1927: Raid Automovilístico por las sierras (2ª Etapa)

                                                                                            por Jorge Enrique Etchevarne

RAID AUTOMOVILÍSTICO POR LAS SIERRAS

Continía la crónica  de dos periodistas del diario "El País" que recorren las sierras desde Cruz del Eje hasta Villa Dolores en un Fiat 503.

A continuación, la segunda y última parte...

SEGUNDA ETAPA: DE VILLA CARLOS PAZ A VILLA DOLORES


HACIA LA SIERRA GRANDE

Pernoctamos en Villa Carlos Par y de madrugada emprendimos el camino de las altas cumbres. La mañana es esplendoroso y por el oríeoste asoma el sol sobre las cimas.

Salimos por el camino que por las Cumbres Chicos conduce a Alta Gracia, y a poco andar, antes de llegar a la Estancia San Antonio, viramos hacio la derecha y enfilamos directamente en dirección al Oeste para dirigirnos a la más elevada montaña do ló província: la Sierra Grande.

El canino, muy bien cuidado, es un tanto tortuoso, lleno de recovecos. En cambio, lo belleza panorámica es magnífica. Esto último es para los turistas inapreciable, pero para las personas que viajan por necesidad, los numerosos accidentes que ofrecen su estructura, les resultan sumamente incómodos, amén de prolongar en varios kilómetros su recorrido.

Felizmente, parece cosa resuelta por el Gobierno modificar el trazado de dicho camino, en beneficio de una disminución en el trayecto, coso que habla muy en favor del afán de nuestras autoridades en el sentido do perfeccionar las vías de comunicación de la Provincia.

El camino continúo ascendiendo paulatinamente, y a poco, el boscaje desaparece para dar lugar a colinas pedregosos, cubiertas de “paja brava”. Poco a poco las vamos dejando atrás, y en un momento dado, nos encontramos marchando por el lomo de una colina.

Una fuerte brisa azota nuestros rostros y a pesar de lo hermoso del día y del radiante sol, nos vemos obligados a echar mano de los abrigos.

Ya se alza ante nuestra visto, la montaña enorme y majestuosa. Una gran mole de piedra se interpone en nuestro comino, y los cierra materialmente. No acertamos a imaginar como hemos de escalar esa pared que parece cortada a pico; a nuestra derecha, allá adelante, se alza una especie de paredón vertical, que ofrece a la vista una tonalidad roja que varía de intensidad según la posición del sol, ostentando una serie de claro-obscuros hermosísimos. Estos paredones, coronados de grandes picachos, son los llnmodos "Los Gigantes".

Seguimos viajando por entre las colinas, denominadas “Los Divisaderos”. El panorama iba cambiado por completo. A nuestro frente, se levanta la alta cumbre, inaccesible al parecer, y que dá la impresión de que por más que se avance hacia ella, la distancia no os acortará.

Allá en el fondo de la colína, entre una frondosa arbolada, el casco de una estancia; a la derecha, las mismas colinas, y detrás, lejos, muy lejos, muy abajo, casi en un abismo, un triángulo azul, un azul nacarado bellísimo, se ofrece enseguida a la vista. Es el lago San Roque, quo visto desdo esta altura, mil cuatrocientos metros sobre el nivel del mar, parece un simple charco.

Las Sierras Chicas que hemos dejado a nuestra espalda dan la impresión de ser unos informes mentones de tierra, y más carca, un poco más alto, pero siempre en un plano inferior el nuestro, el boscaje que hemos atravesado.

A las tres horas de viaje, más o menos, estamos al pie del macizo, en que se nota uns enorme grieta. Es la brecha que la naturaleza abriera en la imponente masa pétrea, quizás para castigar en su orgullo al genio de la montaña que se creía impenetrable.

 


MINA CLAVERO

A poco andar, nos internamos en la quebrada, por cuyo borde izquierdo Allá en el fondo, cada vez más abajo, se despeña un arroyo cuyas aguas, estrellándose en las piedras del lecho, se cubren de blanquísima espuma y produce una extraña melopea, a través de la que se distinguen las más curiosas melodías.

El camino, por demás tortuoso, va desarrollándose en espural, y así, bordeando el abismo, se va escalando lentamente la montaña. No es posible concebir un camino más accidentado; las curvas son cada vez más cerradas. Muy pronto aparecen como intransitables a los ojos profano, pero nuestro coche, guiado por mano maestra, las sortea con increíble facilidad. Empezamos a cruzar torrentes, y a cada paso encontramos puentes colgantes suspendidos sobre el vacío. En este camino son muy comunes los accidentes que se ocultan a la mirada del conductor. Es de recomendar, sobre todo a los novicios en las rutas serranas, las mayoires precauciones. El menor descuido puede originar fatales accidentes.

Recordamos el de aquel conductor que por saludar a unos viajeros que pasaban a su lado, precipitó su coche en el abismo, causando la muerte de tres personas. ¡

El peligro de cste trayecto no es óbice para que los viajeros abran muy bien sus ojos para embriagarse con la contemplación de la incomparable vista que se les ofrece. Nuestro horizonte ya se redujo ahora. Nos vemos rodeado» por todas partas de montañas. El camino una verdadera espiral. Adelante, atrás, a derecha, a izquierda, todo es camino. Muy difícil resulta reconocer el que dejáramos haeo un minuto y el que tenemos que recorrer aún.

 

LA PAMPA DE ACHALA

Pero posa una hora más de viaje y el camino se empieza a enderezar; la montaña ya es menos abrupta y pronto llegarnos a una dilatada llanura pedregosa. Estamos en la Pampa de Achala, la cumbre misma de la Sierra Grande, ¡casi a dos mil trescientos metros sobre el nivel del mar!

Es incomparablemente bello, el espectáculo. Una vasta llanura dilatadísima, apenas interrumpida por ligeras ondulaciones y amarilleando de paja brava.

El coche recorre ahora sin mayor trabajo la pampa, y poco después nos encontramos a orillas del arroyo de las Ensenada. con el restaurant del mismo nombre, a la vera.

Es este un cómodo apeadero que permite a los viajeros un ligero descanso y aún disponer de un “tente en pie" a fin de cobrar fuerzas para proseguir la ruta. Después de un refrigerio en que saboreamos la exquisita miel de las sierras, comparable a la dol Monte Himeto de la Grecia clásica, continuamos nuestra marcha.

Dejamos el restaurant y atravesamos el arroyo de las Ensenadas, que corre en una especie de hondonada. Su cauco es tortuoso, encajonado en determinados sitios. Es tal arroyo no más que un fino hlüllo de agua, pero sus crecidas son fantásticas y tan repentinas, que a veces bastan diez minutos para que se convierta en un torrente incontenible que arrastra cuanto encuentra a su paso.

Sobre este vado sería indispensable la construcción de un puente algo elevado y, mejor aún, seria la rectificación del camino unos quinientos metros antes y después de pasar el arroyo.

El camino desde aquí es casi recto y horizontal. Convendría que a sus costados se plantasen postes de hierro que en épocas de nevada indiquen la ruta, pues en esos casos muy fácil es perderse, y aún sufrir serios accidentes, cosa que ya ha ocurrido.

Como el camino permitió desarrollar velocidad, cruzamos en seguida la Pampa de Achala y llegamos a la Posta, donde se encuentra todo lo que puede necesitar un viajero: nafta, aceite, comestibles, etcétera.

 


EL DESCENSO A MINA CLAVERO

Luego empezamos el descenso. De cuando en cuando se ven unas casetas de piedras; son los denominados "refugios", que se utilizan cuando los viajeros son sorprendidos por temporales de nieve. Peno casi todos esos refugios carecen de puertas, pues algunos aprovechados las habrán usado para encender fogatas combatiendo el frío. Esa circunstancia hace necesario las puertas sean construidas de hierro.

A cada paso el camino se hace más difícil. El pajonal desaparece y vuelven a presentarse las rocas. Después de recorrer la caprichosa espiral que forma el camino en su descenso, nuestra vista se encuentra en primer plano con una serie de colinas rocosas, coronadas de picachos, a cual más abrupto. Dijérase que de improviso un agitado mar se ha petrificado, conservando las caprichosas formas que el ímpetu de la marejada dió al oleaje. El simil no es del todo nuevo precisamente, pero es el que más se adapta al panorama.

Un poco a la derecha se distingue una pronunciada cuchilla rocosa que se proyecta como un espolón sobre el resto de la serranía. Algo más lejos la llanura de San Javier, y a la derecha, en segundo término, una dilatada pampa, la de Pocho. Y un poco más lejos, el imponente picacho del Champaquí. Luego se advierte un caserío: Mina Clavero.

El descenso, aunque escarpado y tortuoso, no lo es tanto como a la subida, por la vertiente Este de la montaña. Hay algunos arroyuelos, y a medida que bajamos, volvemos a encontrar un boscaje, un tanto achaparrado.

 

VILLA BROCHERO

Pronto .llegamos a Mina Clavero, pero en vez de llegar a ella torciendo al Sud, continuamos siempre hacia desvincula de todo centro de población. Se hacia el Oeste, y llegamos a Villa Cura Brochero.

Entramos con unción a la Villa, que fuera teatro d.e la vida ejemplar del Clérigo que le diera su nombre. En el centro está la plaza principal, con la estatua del Cura Brochero.

Es Villa. Cura Brochero una pequeñísima población serrana que cuanta con dos mil quinientos habitantes. Tiene una Municipalidad muy pobre, que vive en perpetua lucha contra la escasez de recursos.

Sin embargo, la villa está muy cuidada, sus calles están bien conservadas, y en general, presenta un bonito aspecto.

Cuando visitamos Brochero, ésta estaba azotada por una fuerte epidemia de gripe, que motivó se requirieran los servicios de un médico del Consejo de Higiene, que inmediatamente llegó.

Luego pasamos a Mina Clavero, doblemente reputada por su hermoso clima y por sus aguas salutíferas que tienen propiedades terapéuticas, segíip declaran los entendidos.

Posee Mina Clavero muchos hoteles, bastante bien Instalados, y una Infinidad de casas de pensión.

Es digna de mencionarse la “reliquia de Mina Clavero”, la señora Anastasia de Merlo, que instaló en la localidad el primer hotel, ventajosamente conocido por los veraneantes.

 

A VILLA DOLORES

Continuamos viajé y pasamos por Nono, cabecera del Depapartamento San Alberto. Es un pequeño villorio pero desde aquí comienza la parte verdaderamente bella de esta reglón. El camino va paralelamente a la montaña, a distancia variable, llegando a veces a pegarse a eila.

Viajamos luego al Sud. A nuestra izquierda está la .sierra, al frente unas pedregosas cuchillas, y más allá, el Champaquí, que visto desde aquí es sencillamente majestuoso.

A nuestra derecha, bellísimas hondonadas, maravillosos vallecitos cubiertos de verdor y exuberante vegetación que los hacen encantadores.

A cada paso, arroyuelos cristalinos, que serpentean entre blancas rocas. La parte de Nono al Sud es, sin duda, la más hermosa de las sierras cordobesas, v donde la naturaleza se ha prodigado sin control.

Pero, la zona jamás progresará si a ella no llega el ferrocarril, cuya falta la desvincula de todo centro de población.

Se halla de un ramal de los ferrocarriles del Estado, que partiendo de Soto, se internaría en Pocho, cruzando la pampa del mismo nombre, llegando más o menos a Dolores.

Después de Nono se llega a un lugar paradisíaco llamado Los Hornillos, luego Las Rosas, La Toma y Yacanto, paraje como de encantamiento.

Desde poco antes de Nono se presenta a la derecha del viajero una peque[1]ña cuchilla rocosa que transforma el sitio en un valle. Más allá de Las Rosas, esta cuchilla tuerce su rumbo hacia el Este, y va a unirse a la masa de la sierra por una garganta.[2]

Unos cinco kilómetros antes de Dolores se inicia una recta con afirmado de macadam, y por ella se arriba a la ciudad, no sin antes cruzar por verdaderos bosques de naranjos, florecidos en esta época, que embriagan el ambiente.

El aspecto general de Dolores es atrayente, y sobre todo produce grata impresión al llegarse a la localidad la exuberancia de la vegetación que la rodea.

No es, por cierto, una ciudad moderna. Es verdad que hoy está trabajando por su modernización y que se construye y reconstruye con febril actividad, pero ni aún así pierde su característica de ciudad antigua.

Dolores ha sido cuna de hombres de ciencia que han hecho honor a la Provincia y que aún continúa en su labor. También caracteriza a esa población su piedad, pues siempre se la consideró el centro religioso del Oeste.

Las calles, trazadas a cordel, orientadas de acuerdo al cuadrante de la brújula, no ofrecen la menor desviación; son rectas, y la actual comuna mantiene ese trazado, abriendo además nuevas arterias que quieren la continua intensificación de. la población.

 

EL PROGRESO DE DOLORES

Dolores tiene más de veinte mil habitantes y está en un franco tren de progreso. Actualmente se está abriendo úna avenida que arranca I desde la estación del F.C. P. y atraviesa toda la población; es una magnífica artería moderna que hace honor a la comuna que dispuso la construcción.

En el centro de la ciudad se encuentra la plaza principal,  muy bien delineada y de bonito aspecto. En su costado Oeste está la Iglesia Parroquial, y el edificio municipal; en el costado Sud está el edificio del Banco de la Nación, y en el frente, la sucursal del Córdoba.

 

LAS OBRAS DEL DIQUE LOS SAUCE

Dolores debe parte de su gran desarrollo a la terminación de obras del Dique de los Sauces, cuya primera parte, que puede considerase como la primordial, se librará al servicio público el primero de diciembre próximo. Loa canales que distribuirán las aguas están ya concluidos.

Esta obra dará gran impulso a ciudad pues, si bien es cierto que ya tenía riego para sus predios suburbanos, era deficientes y encaso, y el agua se captaba por medios rudimentarios.

Sus tierra livianas y muy ricas en materia fertilizantes, de características parecidas a las de San Juan y Mendoza, son aptas para cualquier cultivo, pero teniendo griego abundante claro está que se ■harán cultivos intensivos y la protección de legumbres se centuplicará, aparte del cultivo del tabaco que, temo se sabe, es en esa zona de exigiente calidad.

El comercio es muy importante; no tan sólo provee las necesidades de la ciudad y sus alrededores, sino ¡que abarca una parte de las provincias de San Luis y La Rioja. Lo que siempre perjudicará a Dolores es la carencia de comunicaciones ferroviarias, que la mantienen aislada de Córdoba.

 

LA CIUDAD

La ciudad fué fundada en 1852 por un decreto del gobernador Guzmán. En sus comienzos, la principal fuente de riqueza fué la industria [forestal, pero luego, en virtud de la bondad de la tierra, se cultivó intensamente, hasta el punto de que ahorra, a medida que los bosques se alejan de la ciudad, todas las tierras que están bajo le influencia del riego del dique a inaugurarse próximamente, se dedican a la agricultura, sembrándose trigo, maíz y alfalfa.

Dolores es la cabecera del Departamento San Javier, y en ella reside el actual jefe político D. José María Carranza Lucero, prestigioso funcionario que cumple su misión con el beneplácito general.

La Intendencia Municipal la desempeña el Sr. Pedro Hurtado, hombre laborioso que llena su cometido a conciencia. El presupuesto comunal es de 140.000 pesos moneda nacional anuales, que permite hacer obra eficaz.

Actualmente se está construyendo un matadero moderno, y se comenzó a reformar el cementerio local, obras ambas que fueron imperiosamente reclamadas por el vecindario.

La población cuenta con un perfecto servicio de aguas corrientes, y con una usina eléctrica muy b*en instalada.

Hay en Dolores un teatro y un cine, uno de ellos al aire libre para el verano. También funcionan dos sociedades de socorros mutuos: una italiana y otra española.

 

INSTRUCCIÓN PÚBLICA

La instrucción pública está representada por una escuela normal mixta, una de religiosos con cerca de quinientas alumnas, una provincial de niñas de primera categoría, y otra igual de varones. Con respecto a este último establecimiento, parece que existe descontento en lo que atañe a su director.

Rápidamente dimos por terminada nuestra visita a la progresista ciudad del Oeste, y emprendimos el regreso por el mismo camino.

 

EL REGRESO

Pasamos a Alta Gracia por el camino de las Cumbres Chicas. Hablar de esta población sería tarea superflua, pues nadie la desconoce. Por consiguiente, enfilamos el coche hacia Córdoba, donde llegamos a los cinco meses justos de haber emprendido nuestro raid.[3] Llegamos con el coche nuevon con los huesos sanos, que ya es algo.



[1] El

[2] El cronista describe el lugar donde, años después, se construyó el dique La Viña.

[3] Los cronistas volvían luego de recorrer la orivincia.







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