1927: Raid automovilístico por las sierras (1º Etapa)

                                                         por Jorge Etchevarne


RAIDE AUTOMOVILÍSTICO

CRUZ DEL EJE – VILLA CARLOS PAZ – VILLAS DOLORES

 Hacia fines de septiembre de 1927, dos periodistas del diario “El País”, tripulando un automóvil marca Fiat 503, realizaron un “raid” entre Cruz del Eje y Villa Dolores, recorriendo el Valle de Punilla, atravesando la Pampa de Achala y finalizando en el Valle de Traslasierra.

En esa época los medios de prensa de Córdoba enviaban a sus cronistas a recorrer los caminos del interior de la provincia con la finalidad de recabar información de las poblaciones más importantes. A la vez, estas travesías servían para promocionar el medio y así ganar suscriptores. Las concesionarias de automotores ─en este caso J.H. Poretti─ cedían gratuitamente los vehículos para realizarlas; después de todo, también era una publicidad de la marca que representaban.

Sus impresiones cuando llegaron a Villa Carlos Paz, donde pernoctarían antes de continuar en busca del camino de las Altas Cumbres, quedaron reflejadas en la siguiente nota, publicada el 18 de octubre de 1927:

  

PRIMERA ETAPA: CRUZ DEL EJE A VILLA CARLOS PAZ

 EL “ANFITEATRO”

Costeando la via férrea, con rumbo at Sud, iniciamos nuestra marcha hacia el Valle de la Punilla, la más conocida región serrana de la Provincia, y justamente denominada “la Suiza Argentina”, no por cierto por las características de sus habitantes, que nada tienen de común con loa Industriosos helvéticos, sino por la enorme profusión de hoteles y casas do hospedajes y por la abundancia de chalets, a cuál más bello y curioso en sus líneas externas.

A poca distancia de Cruz del Eje, aún antes do haber tocado la parte Sud de la población, antigua Olayona, tuerce bruscamente el camino al Este y se interna en un arenal del cual cuesta un verdadero triunfo atravesarlo. La máquina realiza sr máximo esfuerzo para zafarse de ese piso móvil y aprisionante, iniciándose la salida de una cuesta muy pronunciada, no sin antes pasar por una construcción casi en ruinas, y que por referencias nos enteramos que era el matadero local.

 

UNA HUMILDE POBLACIÓN

Tortuosa y empinada la cuesta, llena de vuelta y revueltas, pero que, felizmente, no es muy larga; unos doscientos metros a lo sumo. Sc pasa frente al camposanto, que está en refacción. y se enfrenta una recta de camino bastante bien cuidado; frente al cementerio hay un poste de kilometraje, tiene el número 158, distancia desde Córdoba.

Este camino, al Este, se prolonga unos tres mil metros y luego toma rumbo a Sudeste; es el que viene a Córdoba casi a la par de la línea del F.C.C.N.A. Por éste tomamos ruta, y a poco andar el camino que es recto y plano, se vuelve tortuoso, lleno de altos y bajos, se atraviesa un arroyo y tocamos la estación Los Sauces, muy pobre, por cierto. El edificio de la estación y unas mantas casas de construcción común y de escasa importancia, algunos ranchos, unas cuantas quintas y algunos viñedos más a menos cuidados.

Es indiscutible que aún no ha llegado hasta allí el adelanto, pues hasta hace poco y, aún ahora mismo, pero en menor escala, so explotaba allí leña y carbón, pero los bosques por los alrededores se fueron terminando y el comercio por eso ha decrecido mucho en esta población.

  

EN CAPILLA DEL MONTE

De nuevo en marcha, el camino va ya adquiriendo características de montaña; el piso se endurece, y empezamos a notar ya el suelo rocoso, se atraviesan pequeños valles, pobres de agua, restos de bosques que han sido ya explotados, y de cuando en cuando algunos cortes en las colinas para evitar cuestas en ol camino; encontramos también una cuadrilla caminera que repara y rectifica el camino, evitando cuestas y curvas; están los obreros en el afán de su labor, la que se ve interrumpida por el raudo paso de nuestro coche.

Así pasamos Charbonier, que nada de particular ofrece, y llegamos a Capilla del Monte. Es esta una antigua población serrana que se ha convertido en una estación veraniega, la última de esta zona de la sierra. Muchos hoteles abren sus puertas durante la estación canicular y, aún hay algunos que permanecen abiertos todo el año. Muchos paseos ya demasiado conocidos, sitios más o menos interesantes, mucho arbolado, y mucha agua, pero nada más.

 

LA CUMBRE

Ya casi en plena montaña, proseguimos nuestra ruta, y a poco andar llegamos a La Cumbre, es el lugar más alto de la montaña por este lado de la sierra, y sin duda alguna el más interesante, el de mejor aire, el de más bellos paisajes y el más cómodo veraneo.

Esta población ofrece características muy bellas y muy curiosas. Alrededor de la estación se ha formado un pueblo eminentemente comercial, numerosas casas de todos los ramos ofrecen al público sus mercancías. Es sin duda el comercio de La Cumbre el más importante de la zona.

 

UN PUEBLO VERANIEGO IDEAL

Al Norte de la estación se alza el verdadero pueblo veraniego, en una especie de herradura que forman las montañas que rodean el pueblo por ese lado, en un terreno bastante quebrado pero que no obsta para que haya sido transformado en un verdadero vergel.

Hay infinidad de casas veraniegas, estilo chalet, a cuál más bello e interesante; las flores crecen en esta parte con una lozanía y una belleza poco común y, en toda época se siente el ambiente perfumado de este pueblo.

La perspectiva es admirable, deliciosa y el espíritu se siente halagado ante tanta belleza; es un rincón de paz y de calma y parece (iue todo el ser se hundiera en un baño de descanso espiritual.

Prueba palpable de lo dicho es la predilección decidida que por este sitio tienen los veraneantes ingleses; es bien sabido cuan práctico y cuidadoso es el hijo de la nebulosa Albión para elegir los sitios en que ha da pasar sus vacaciones; lo hace con toda meticulosidad, estudia el panorama, el ambiente, las aguas y una vez convencido de que el sitio ofrece todas las ventajas, recién se instala. La Cumbre es el sitio veraniego ideal.

Veraneantes de todo el país llegan a este pueblo en interminable caravana y, no sólo en la época estival, sino durante todo el año, aún en pleno invierno los hoteles se ven concurridísimos.

La herradura está limitada en todo su arco por altísimas montañas, cubiertas de la más lujuriosa y bella vegetación, y a pesar de lo agreste del paisaje, tiene un encanto único; es de una belleza salvaje magnífica. Las paredes del anfiteatro, por su parte Oeste, aparecen llenas, en sus faldas, de edificios que, vistos de lejos, parecen pequeños palomares.

Se empieza a ascender la montaña y, a poco andar, a la izquierda del camino, se encuentra una bellísima ermita de piedra, metida en una hondonada: es la iglesia de San Roque, obra del tiempo de la conquista que, en medio de su sencilla vetustez, pone una nota de bellísimo contraste con las ligeras y polícromas construcciones modernas.

Esta ermita está rodeada por nogales que, como ella, son tres veces seculares, enormes, dijérase que, en sus opulentas copas, movidas por el viento, cantara su bella canción el genio de la montaña allí albergado: parece que hubiera elegido el ramaje de los nogales de San Roque para su morada.

 

CRUZ CHICA Y CRIZ GRANDE

Continuando la ascensión por un camino tortuoso, quo nos recuerda la subida a los cerros de Valparaíso, a poco andar se encuentra el viajero con un núcleo de edificación espléndida. Es Cruz Chica, un verdadero edén, donde parece que la naturaleza hubiera querido derrochar sus galas, hacer ostentación de todo cuanto bello puede ofrecer a los ojos del humano.

Nada hay comparable a esto; por todas partes arroyuelo saltarines que van esparciendo frescor en el ambiente; una vegetación estupenda que, al pie mismo de 1a agreste montaña, ofrece las más delicadas flores y lgs frutas más preciadas.

Aquí también hay algunos hoteles y, continuando, se llega Cruz Grande, en lo alto ya de la montaña, tan hermoso o más que Cruz Chica.

Desde lo alto se domina un maravilloso paisaje; las colinas, los pueblos, la línea del ferrocarril; parece que desde lo alto de un mirador se dominara todo y, allí si, teniendo a sus pies todo ello, el hombre se siente señor de la creación, dueño del mundo.

Dijérase que Boito[1], al imaginar el prólogo de Mefístófeles[2], hubiera estado en este alto y hubiera sentido la salvaje armonía de estas oquedades y el ulular del viento entre las quebradas; así puede sentirse y llevarse al pentagrama la bárbara melodía de ese prólogo.

 

PILETA DE NATACIÓN

La Cumbre, Cruz Chica y Cruz Grande, forman una sola población y forman lo más bello de la sierra. Todos van a la parte baja del anfiteatro para sus compras y los proveedores suben con sus mercaderías.

Su ha instalado una magnífica casa de baños; en ella funciona un bar atendido por personal idóneo y tiene una pileta de natación surtida por un hernioso arroyuelo que desde la montaña cae directamente a la pileta. Esta, situada en medio de la montaña, tiene un bellísimo marco de verdor y cuenta con toda clase de comodidades; los cuartos para las duchas son de lo más cómodos que puede pedirse, y el agua, por la razón apuntada, se renueva constantemente en la pileta.

 

LA POBLACIÓN

En La Cumbre se está instalando un Broadcasting a fin de trasmitir y recibir noticias de radiotelefonía.

Tiene esta población, aparte do Oficina de Correos y Telégrafos, comunicación telefónica con Córdoba y por ende con Rosario y Buenos Aires.

 

UN FUNCIONARIO RECTO

Es comisarlo de la localidad, D. Julio G. Falcato, un correcto funcionario que en los 8 meses que lleva desempeñando el cargo, ha sabido granjearse el afecto de todo cuanto de representativo hay en La Cumbre.

Hace poco, el Sr. Falcato ha estado advocado a un conflicto provocado tan sólo por su rectitud de procederes. Elementos maleantes se habían adueñado del pueblo, sujetos perniciosos. de malos antecedentes y de conducta harto sospechosa. El Sr. Faicato comprendió que esta situación no podía continuar y reprimió con mano férrea tales desmanes, logrando restablecer la calma, llevar la tranquilidad a la población y borrar para siempre las raterías y robos que tan frecuentes eran allí.

Pero estos elementos indeseables, de los cuales la mayoría hubo de salir del pueblo, iniciaron una campaña de difamación contra el comisario, consiguiendo que el Jefe Político del Departamento le pidiera la renuncia, pero todas las personas honorables de La Cumbre y toda la colonia inglesa se alzaron como un sólo hombre, indignados ante tal actitud que les privaba de los servicios del único funcionario que puso orden en el pueblo.

Parece que, ante tal actitud la superioridad ha reflexionado, ha medido valores y ha dejado sin efecto el pedido de renuncia. Es una medida por demás acertada y La Cumbre, con el Sr. Falcato de comisario, será, sin disputa, el pueblo más seguro y mejor vigilado de la zona.

 

LAS AGUAS CORRIENTES

Se está ampliando el servicio de aguas corrientes, pero en vez de llevar los tanques a la falda de la montaña, los han puesto en un alto en medio de la población veraniega, lo que hace que presenten un aspecto deplorable y, si a esto se agrega que se ponen tanques de hierro en vez de tanques de cemento, se verá cuan desacertados han estado los proyectistas.

El pueblo se queja de la acción Municipal que deja mucho que desear, y se espera que el Sr. Rizzo, actual Intendente, se preocupe un poco más de su cargo.

Hemos visitado el hotel San Jerónimo, hecho a base de la antigua estancia San Jerónimo,1a fundadora del pueblo.

La edificación, de más de trescientos años, es toda de piedra, con paredes de un metro de espesor casi; claro está que todo ha sido reformado y se han llenado todos los requisitos que el confort y la higiene moderna necesita, pero se ha conservado el perfecto estilo colonial ya que de esa época es la construcción, lo que hace que estos edificios, en medio de un parque con árboles centenarios, sea una nota muy pintoresca.

Además, existe el Golf Club, institución relativamente nueva y de la cual la prensa tanto habló, que es obvio ocuparse, de ello.

 

HUERTA GRANDE

Por la premura del tiempo hubimos de romper el encanto de esa parte de la jira, y después de concurrir a una recepción que nuestro particular amigo el Sr. Gustavo H. Anderssen nos ofreciera, hicimos rumbo a Huerta Grande.

E esta una población que bien podía ser una de las mejores de la sierra, dada su privilegiada topografía, pero existe una especie de “trust” de tres o cuatro propietarios que no quieren vender, por lo que la población permanece estacionaria.

De aquí desviamos el camino para visitar la famosa estancia San Pedro que, por razones especiales, motivará una crónica especial, posterior a estas correspondencias. Luego hicimos rumbo a La Falda que, casi puede decirse está unida a Huerta Grande.

 

LA FALDA

Bonita población; a. la izquierda do la vía férrea el Edén Hotel, al pié de la montaña. La Falda progresa a pasos de gigante; se edifica febrilmente, predominando el estilo colonial.

Luego Valle Hermoso, con su gran usina hidroeléctrica, Casa Grande y Molinari, para llegar a Cosquín.

 

COSQUÍN

Es esta una linda población, dominada por el Pan de Azúcar, enorme picacho que domina la sierra, a cuyo pie está tendido Cosquín; luego se presenta a la "vista del viajero el Sanatorio de Tuberculosos de Santa María y, muy pronto estamos en Biaiet Massé.

Todas estas poblaciones, excepto, claro está, Cosquín, que es el centro comercial de la zona, son pequeñas poblaciones que progresan poco a poco, pero con seguro paso.

Desde Bialet Massé iniciaremos la última etapa de nuestro raid, atravesaremos las sierras grandes por el Camino de Las Cumbres y, con nuestra visita a Villa Dolores, habremos terminado nuestra misión.

 

LA SIERRA GRANDE

Desde Bialet Massé empezamos a cruzar el final del valle de Puniila. EI panorama no puede ser más bello: el camino, un tanto quebrado, es muy bueno y su estado do conservación' excelente.

Apenas salidos de Bialet Massé, nos orientamos al Sud Oeste para poco después de subir una cuesta, dirigirnos al Sud.

Al frente se présenla la cinta del camino que cruza una extensión de terreno pronunciadamente ondulado. Una serie de colinas, a cual más bella y caprichosa, aparece en primer término y en el fondo de algunos de los valles que ellas forman, se nota el trabajo de la mano del hombre en las pequeñas chacras que cuadriculan el terreno.

A la derecha del viajero, el campo ofrece el mismo aspecto que el frente, sirviéndole de fondo imponente la masa de la montaña enorme, que os la Sierra Grande, que debemos atravesar.

A la izquierda, en primer término, se divisan los cortes rojizos de las barrancas que sirven de margen izquierda al Rio Cosquín, y más atrás se atraviesa el arroyo de Las Mojarras, viéndose a lo lejos el puente provisorio del ferrocarril Central Norte Argentino que reemplaza al que, años atrás, se llevara totalmente, interrumpiendo el tráfico, una de las crecidas del arroyo de La» Mojarras.[3]

Un poco más atrás aún, en este paisaje de maravillosa perspectiva, aparece la confluencia del citado arroyo con el Rio Cosquín, y cerrando todo el cuadro, el lago San Roque encerrado entre altísimas montañas, de las que sobresale el Pan de Azúcar, y la cortadura que en las mironas, forma el lecho dd Rio Primero.

El camino tuerce a la izquierda y se orienta al Sud-Oeste, siguiendo el contorno del lago San Roque, y nos lleva a Carlos Paz. Al torcer bruscamente, después de pasar los cajones de San Francisco, corte en la piedra para abrir el camino, se aprecia claramente como las sierras de Puniila se encuentran casi con las sierras del Mogote de los Congos para formar la garganta de piedra en que está asentado el muro del Dique San Roque.

La formación del Dique San Rqque es muy curiosa, el lago tiene forma triangular de base algo estrecha y de lados un tanto prolongados, cerrados en ángulo bastante agudo, orientado francamente al Sud-Oeste; por este ángulo entra a formar el caudal del dique el Rio San Antonio, que es uno de sus mayores afluentes.

Por el extremo Sud-Oeste de la base de dicho triángulo, se vuelcan al lago el Río Cosquín, el arroyo de Las Mojarras corriendo ya por el mismo lecho. En el lado Oeste, cerca del vértice, otro arroyo va al lago, y en el vértice mismo, entra otro arroyo innominado.[4]

Lo que hoy es el lago, fue en otros tiempos un bajo enorme, en cuyo fondo estaba situada la aldea San Roque, que al hacerse el muro de contención del dique, quedó sepultada bajo las aguas. No hace muchos años, en cierta ocasión en que el lago quedó seco, fue posible contemplar las ruinas de la aldea. En este bajo se reunían las corrientes de agua que hoy se vuelcan en el dique y que en aquel entonces formaban el Rio Primero que salía por la garganta de piedra en la que actualmente se asienta el muro de contención.

Pronto atravesamos Los Puentes, lugar así denominado porque el camino atraviesa dos puentes colocamos a menos de un centenar de metros de distancia entre ellos; estos puentes corresponden al Río San Antonio y al arroyo Las Mojarras.[5]

 

UN ACCIDENTE AFORTUNADO

A este punto llegamos en mal momento: un matrimonio joven iba rumbo a Carlos Paz tripulando una “voiturette”; el conductor hizo una fatal maniobra y el automóvil se derrumbó del primer puente conjuntamente con buena parte de la baranda izquierda.

La caída fue espectacular y los que presenciamos el accidente bajamos horrorizados los veinte metros que hay entre el puente y el lecho de piedra del arroyo, con la certeza de encontrarnos con el doloroso espectáculo que ofrecerían los cadáveres despedazados entre 1as piedras, de los ocupantes del coche.

Afortunadamente, nada de esto hubo, pues el accidente fue con una suerte única, ya que ni aún heridos quedaron los viajeros, en cuanto al coche, sufrió daños considerables, pero no tantos como los que podían suponerse con semejante caída.      

Del accidente puede deducirse un aviso para los encargados de la conservación del camino: las barandas de esos puentes son de madera, y por viejas están podridas, de manera que basta solamente el roce del guardabarro de un automóvil para que queden destruidas. Es urgente la reparación de estos puentes, si no se quiere que un día próximo haya que lamentar algún accidente de verdadera consideración.

 

CARLOS PAZ: §U PRESENTE Y SU PORVENIR

Continuando la ruta emprendida, se llega muy pronto a “Carlos Paz”, hermosísima población veraniega que atrae todos los años a numero­sos veraneantes, pero que en realidad está estancada en su progreso, aun cuando reúne todas las condi­ciones necesarias para llegar a ser una de las importantes de las sie­rras.

Bastaría para lograr esto, darle a la población un frente sobre el lago San Roque con lo que adquiriría gran similitud con algunos puntos de veraneo en Suiza, ya que es­taría situada junto a un enorme y bellísimo lago circundado de hoteles y atracciones que la convertirían una de las poblaciones veraniegas más preferidas, con sus incomparables bellezas naturales, aguas deliciosas, y un maravilloso clima en todas las épocas del año.

Todo ello podría lograrse tan só­lo librando Carlos Paz a la actividad y al capital de compañías particulares, pues ahora la población está en manos de un solo “dueño” que por mayor voluntad que tenga, no puede realizar las obras que aquel objeto requeriría.

Es por tales razones que únicamente la intervención de capitalistas podría llevar a Villa Garlos Paz el progreso que reclama en virtud del interés que provoca en los vera­neantes, quienes ahora no se conforman solamente con bellezas naturales, sino que exigen que la mano del hombre coopere en suministrarles las comodidades que necesitan.

Sabemos que hablar de esas nece­sidades es predicar en desierto, pe­ro queremos sentar nuestra opinión acerca de una villa en que se ha asentado una especie de “trust”. [6]

CONTINUARÁ



[1]  Arrigo Boito, (1842-1918) poeta. Narrador y refinado compositor italiano.

[2] Mefistófeles. Personaje de ficción también llamado Mefista, un demonio del folklore alemán, subordinado de Satanás.

[3] Es obvio que e conista confunde el arroyo Las Mojarras con el río Cosquín, cuya creciente se llevó el puente ferroviario original.

[4] El autor ignora el nombre del arroyo Los Chorrillos.

[5] Otro error ya que el puente sobre el Río San Antonio se encuentra aproximadamente 2 kilómetros del puente sobre el arroyo Los Chorrillos (que el autorvuelve a confundir) Negro

[6] Sin duda, los corresponsales aludían al monopolio de los servicios que dependían de Carlos N. Paz, y el poder discrecional del “dueño” del pueblo para permitir -o denegar- eventuales inversiones de terceros interesados en instalar algún tipo de negocio.

 

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