1881: Irrigación de los Altos de Córdoba


 1881: Irrigación de los Altos de Córdoba

La gran obra hídrica ideada por Dumesnil

La escena pasó una tarde del año 1881.

Era yo secretario del gobernador de Córdoba, Dr. Juárez Celman. Contestaba en aquel momento su copiosa correspondencia, sentado en su escritorio particular, al lado derecho del zaguán de su casa, situada en la calle Rivera Indarte, en el mismo sitio donde hoy se levanta el casetón de la Dirección de Rentas.

Juárez se paseaba en la pequeña pieza conversando con Pablo Lascano, entonces diputado a la Legislatura y director del “El Interior”. A pequeños intervalos se detenía delante del escritorio, y siempre me dispensaba el honor de firmar sin leer la contestación de las cartas. Un indiecito, “Pilosa”, regalo de Alejandro Roca, servía el mate interminable.

En estas circunstancias apareció de visita el ingeniero Esteban Dumesnil, que cultivaba con el gobernador una amistad muy afectuosa. Gozaba fama de capaz, honesto y enérgico. Había ocupado posiciones destacadas en la administración nacional, y en aquél momento desempeñaba el cargo de administrador general del ferrocarril del Norte.

Dumesnil estaba sonriente y alegre…

― ¿Qué dice el gran francés? - interrogó Juárez

— Le traigo un gran proyecto, que realizado, puede hacer un presidente de un gobernador.

— Pronto, pronto – exclamó el gobernador.

— Regar La tablada y todos los alrededores de Córdoba

— Este es nuestro delirio permanente

   Vengo –prosiguió Dumesnil- de realizar un hermoso paseo por el valle y las sierras de San Roque, acompañado por el vecino Rudecindo Paz. El río después de atravesar una amplia llanura donde derrama sus crecidas, en un punto dado, penetra en la montaña de piedra por una estrecha garganta que lo aprieta y estruja para permitirle el paso. ASllí, en ese punto, haremos una pared, represaremos las aguas, y al río lo aumentaremos en millones de ríos para irrigar los altos de Córdoba durante todo el año.

   Magnífico, magnífico –exclamó Juárez- manos a la obra, ya sabe que yo soy muy ejecutivo ¿Cuánta plata necesitaremos?

   Eso lo sabremos –replicó Dumesnil- después de verificar los estudios, y los estudios calculo que costarán de 18 a 20 mil pesos.

   Mucho dinero preliminar para una provincia de escaso presupuesto –observó el gobernador- No importa. Yo me encargaré de buscarlo. Necesito empezar la obra antes de concluir mi gobierno. Vaya usted inmediatamente a preparar los trabajos. Espero que mañana ya todo se ponga en marcha.

 

Momentos después salía Dumesnil a organizar la comisión de ingenieros que él mismo presidiría. Cuando el doctor Juárez quedó solo, se paseaba restregándose las manos, como el acostumbraba a hacerlo, en signo de satisfacción o regocijo.

 

   Magnífico –decía- Las obras de gas, aguas corrientes, y riego de los altos, donde a ninguna profundidad se halló agua. Había oído que el General Paz pensó en aprovechar el río Anizacate, pero a nadie se le ocurrió derramar los ríos de Punilla sobre la planicie seca de La Tablada y los Altos. Encontraré los recursos. Venderé las tierras públicas que aún conserva la Provincia, venderé el Cabildo… la obra se construirá.

 

Al día siguiente Pablo Lascano escribía un hermoso artículo en “El Interior” sobre la nueva obra en movimiento.

Diariamente yo almorzaba y comía con Cassafousth y Nicolás García Uriburu en el hotel “Europa”, instalado frente a la Universidad, en una casa disparatada construida por el acaudalado estanciero Samuel Moyano.

Aquella noche, refería en la mesa a mis compañeros la escena que había presenciado por la tarde.

 

   Caramba! –exclamó Cassafousth, que siempre usaba muy malas palabras en la intimidad- caramba, eso me gusta a mí. Necesito que me recomiendes empeñosamente al gobernador. Deseo formar parte de esa comisión de estudios. Yo renuncio a mi cargo de Jefe de la Sección Nacional de Córdoba. Dejo todo, que me supone, Aquí está Nicolás, mi segundo Jefe, que puede reemplazarme. Yo he estudiado en Francia, en la Escuela Politécnica. Fui condiscípulo de Eiffel, con quien siempre nos escribimos. Si él es muy fuerte en construcciones de hierro, yo también soy fuerte en construcciones hidráulicas. Conozco, como agua, todo lo que al respecto se ha hecho en el mundo.

 

Al día siguiente por la tarde entraba acompañado por Cassafousth, en la casa de la calle Rivera Indarte, entonces denominada Calle de la Unión. El doctor Juárez acogió con viva simpatía a Carlitos, como le llamaban sus amigos. Nervioso, afluente y cálido, expuso rápidamente sus deseos.

El gobernador prometió hablar a Dumesnil, descontando la aceptación como segura, y Dumesnil recibió al joven compañero como si fuera un compatriota.

Algún tiempo después Cassafousth fue designado Jefe y encargado de organizar la comisión de estudios. Bajo la dirección superior de Dumesnil.

Los trabajos se iniciaron inmediatamente.

Dumesnil había liquidado una pequeña fortuna en las obras de gas y aguas corrientes de la ciudad, de la cual fue concesionario y constructor. Estaba casado con una nieta de Michelet, mujer de mucho talento, retraída y melancólica, que nunca se halló bien en nuestro país. En aquellos días se sintió enferma y resolvió volver a Francia. Su marido se apresuró a complacerla, dispuesto a regresar muy pronto.

Los estudios sobre el dique y obras complementarias prosiguieron rápida y normalmente. La memoria y planos respectivos se presentaron al gobierno con la firma de Dumesnil y Cassafousth, pero Dumesnil nunca regresó y la asociación que rota y extinguida por la ausencia sin contactos.

Cassafousth resultó el autor exclusivo y responsable del proyecto elaborado, y desde entonces, únicamente su nombre figuró en la historia científica de la obra.

Han pasado cuarenta años y la magnífica muralla continúa impasible distribuyendo las aguas sobre cuarenta mil hectáreas de cultivo, y Córdoba, que inició su construcción con cuarenta mil habitantes, se aproxima a doscientos mil, con industrias, comercios e ideas antes desconocidas.

Juárez Celman, el alma del dique de San Roque, sin cuyo aliento no se levantaría inhiesto y firme como la misma montaña, enseña sobre el muro su busto destruido por golpes y balas.

Cassafousth, la concepción técnica de la obra, sufre la cárcel, las persecuciones y la ruina. Bialet Massé, el ilustre obrero constructor, también soporta el ultraje y el sufrimiento. Dumesnil, la idea primaria y criadora, no inspira el menor recuerdo, ni siquiera el recuerdo odioso de la maldad de los hombres.

La justicia no es una virtud contemporánea.

                                                                    Ramón J. Cárcano, 1926




AQUÍ COMIENZA LA HISTORIA DEL DIQUE SAN ROQUE


CONTINUARÁ

 

 

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