1920: La Usina de Don Carlos (2)

 CONTINUACIÓN                                          por Jorge Etchevarne


 LA USINA DE DON CARLOS

SEGUNDA PARTE (CONSTRUCCIÓN Y FUNCIONAMIENTO)

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SE AGILIZAN LAS OBRAS

Contando con este necesario aval, nuestro fundador dio impulso a las obras de construcción de la primera usina eléctrica que iluminó las casas del pueblo[1].

En el sitio elegido, se procedió a ensanchar el canal tres metros a cada lado, a lo largo de 150 metros. Dado que la profundidad media era de 1,20 metros, se obtuvo una capacidad de embalse de 1.400 metros cúbicos.

La tierra y las piedras extraídas se usaron para nivelar el terreno, emparejar las márgenes, consolidar el entorno, y cimentar las obras complementarias.

En la salida se colocó una compuerta principal para cerrar el paso del agua que venía por el canal. Muy cerca de esta, sobre el costado izquierdo del canal, se colocó una compuerta secundaria, más pequeña que la anterior, destinada a evacuar el agua excedente. Ambas eran de chapa de hierro, operadas mediante un tornillo a manivela debido a su gran peso.[2]

Aguas arriba de las compuertas, a unos 40 metros de distancia, siempre sobre la margen izquierda, se construyó una galería de mampostería que cumplía la función de boca-toma. Se le colocaron rejas para evitar el ingreso de restos vegetales y cuerpos extraños, arrastrados por el agua.

A esta galería se adosó una cañería de hierro, de gran diámetro, y de 145 metros de longitud, para llevar el agua embalsada hasta la usina. Se colocó una pequeña compuerta que servía de esclusa.

La usina fue alojada en un pequeño edificio de ladrillo, construido en la ribera, a corta distancia del rio. Tenía base cuadrangular, de 3 a 4 metros por lado, y aproximadamente 5 metros de altura, con ventanas y una puerta de acceso. Tenía una planta superior, a la que se accedía por una escalera externa de mampostería.

Con respecto a la unidad generadora (turbina+dínamo) ─el verdadero corazón del sistema─,  se desconocen sus características técnicas y morfológicas; y esto tiene su explicación. Se presume que era un equipo de baja potencia, tal vez de 5 kilovatios/hora, de uso muy común en pequeñas instalaciones.

En la época que se aprobó la concesión a Carlos Paz, no se contaba con una legislación que exigiese a los concesionarios información detallada de los equipos que proyectaban instalar. Recién en noviembre de 1924 el Departamento de Obras Públicas dictó una normativa al respecto, titulada “Reglamentación General sobre Instalaciones Eléctricas para el Servicio Público”, Decreto 6905 “C”.

Por lo tanto, es muy probable que los datos técnicos del generador (origen, tipo, dimensiones, potencia, etc) nunca se hayan presentado. En un listado de las 41 usinas hidroeléctricas instaladas en el país para el año 1925, publicado en el “Anuario Kraft”, la usina de Villa Carlos Paz es la única que carece de datos, lo que corrobora la situación apuntada.

Las referencias sobre el generador muy vagas. Solo puede especularse en base a usinas hidroeléctricas que se utilizaban en esa época. En el valle de Punilla hubo varias, tanto privadas como públicas; sin embargo, cualquier analogía carece de fundamento.

El generador propiamente dicho era una gran dínamo que entregaba corriente continua a 110 voltios. En esa época no había electrodomésticos, ni siquiera aparatos de radio, por lo tanto, la electricidad generada sería destinada con exclusividad a la iluminación.

Cualquiera sea el caso, no habría sido fácil obtener los materiales eléctricos específicos para la usina. Corrían los días de posguerra, y aunque el comercio mundial tendía a recuperarse, no lo hacía con la celeridad deseada. Los componentes eléctricos eran importados, casi todos provenientes de Inglaterra y Alemania, y tiempo después, de Estados Unidos.

Junto al generador se encontraban los comandos de regulación y control de la energía generada. En este cuarto también se almacenaban los repuestos y materiales necesarios para realizar el mantenimiento de la usina y de la red eléctrica. La planta alta del pequeño edificio fue acondicionada como vivienda para el operador y custodio de la usina.

 

LA USINA SE PONE EN MARCHA

Según lo relatado por Ezio A. Carena, la usina comenzó a funcionar en 1923. Aunque no hay registro de ello, tampoco puede dudarse de tal aseveración pues casi con seguridad en ese año culminaron los trabajos.

Don Carlos Paz encomendó a su yerno José Bergamín, la responsabilidad de operar la usina. Entre las personas que lo ayudaban en esa tarea, se encontraba Nicómedes Basualdo, quien, con el paso del tiempo, se convertiría en el primer electricista del pueblo.

Diariamente debían realizar una serie de acciones ordenadas y consecutivas, tanto para ponerla en marcha como para detenerla. Al atardecer, se cerraba la compuerta principal del canal, y por consecuencia, comenzaba a llenarse el embalse. El tiempo requerido dependía de la cantidad de agua que llegara desde la boca-toma, situada más de cuatro kilómetros rio arriba.

Una vez alcanzado el nivel deseado, se abría la compuerta que daba ingreso de agua a la tubería, la que se precipitaba por su interior con gran ímpetu debido a la pronunciada pendiente. La fuerza de empuje que ejercía el agua hacía girar la turbina, y con ella, la dínamo acoplada.

Cuando se alcanzaba el régimen de trabajo (esto ocurría en menos de 1 minuto) el encargado conectaba el circuito y de inmediato la electricidad fluía por los conductores y las casas del pueblo se iluminaban. ¡Imagínese la emoción de aquellos pobladores cuando esto ocurrió por primera vez!

      En los comienzos, la usina funcionaba con regularidad desde el anochecer hasta pasada la medianoche, cuando, como estaba previsto, el encargado de operarla cerraba la esclusa y la turbina iba disminuyendo su velocidad hasta detenerse. Previamente se hacía una señal con tres bajadas de tensión y otras tantas subidas, para advertirle a los residentes del inminente corte. Luego, las luces se iban debilitando hasta quedar a oscuras.

 

MANTENIMIENTO

El nivel del embalse se regulaba mediante la apertura o cierre de la compuerta lateral. Esta era operada además en otras circunstancias.

Cuando debían realizarse reparaciones o tareas de mantenimiento en el sistema de distribución de agua, como por ejemplo, quitar el barro acumulado, se procedía a cerrar la compuerta principal y abrir la compuerta lateral, desviando el agua hacia el rio, sin necesidad de clausurar la boca-toma que estaba alejada del pueblo.

El agua que corría por la pendiente formaba un arroyito con pequeños saltos y cascadas debido a los desniveles del terreno y al afloramiento rocoso. Los lugareños bautizaron esta arroyo como “Las Achiras” , debido a la presencia de estas plantas a lo largo de su curso. Los cierres de las compuertas no eran herméticos, así que el agua siempre se filtraba por las hendijas.

Un problema inesperado resultó ser el ingreso de peces que llegaban por el canal y terminaban en el embalse. Por esta razón se colocaron filtros en la entrada de la galería, evitando así que fueran succionados por la turbina. Los chicos del barrio aprovechaban esta circunstancia para pescar allí.

 

PLANO Y DESCRIPCION DEL SISTEMA HIDRÁULICO

Las medidas mencionadas en esta crónica son aproximadas, pues no se cuenta con  el plano original del proyecto, debido a que –como se dijo- no ha sido posible hallar el expediente que lo tenía.

Sin embargo, hay dos planos posteriores. Uno fue confeccionado por el ingeniero Arturo Patiño en 1930, con motivo del juicio sucesorio de Carlos N. Paz; el otro, fue realizado por el ingeniero Miguel Ángel Olmos en 1948, con motivo de la sucesión de Margarita Avanzatto.

Ambos son planos de “relevamientos”, por lo tanto, los profesionales dibujaron lo que vieron en el terreno, al momento de ejecutar su trabajo, sin tomar en cuenta lo enterrado o no visible. Estos planos han permitido establecer las dimensiones del embalse y de las instalaciones complementarias con bastante aproximación a las reales.

La imágenes que ilustra la presente crónica son el resultado de un trabajo de edición realizado por el diseñador gráfico Alejandro Barbeito, quien ha fusionado los planos en cuestión con fotografías aéreas tomadas por el drone del reportero gráfico Luis Tórtolo, en esa oportunidad, operado por Lautaro Varela.

El drone, posicionado en la vertical del lugar a 473 metros de altitud, captó una serie de imágenes del sector donde se encontraba el complejo de la usina en 1923, hoy desaparecido.  Las fotografías y los planos fueron llevados a la misma escala para que se correspondieran. El resultado final nos permite apreciar las instalaciones en sus sitios originales.

 



LA COMPAÑÍA SE HACE UNIPERSONAL

El 3 de diciembre de 1921, el ingeniero Allende Posse transfirió a Carlos Paz sus derechos y acciones societarias por la suma de 6.000 pesos; intervino el escribano Guillermo Centeno, titular del Registro Nº 50 de Córdoba. El 27 de abril de 1923, Carlos Revol hizo lo propio por la suma de 9.989 pesos en efectivo; intervino el escribano Rodolfo Bustos, adscripto al Registro Nº 12 de Córdoba

De esta manera, poco tiempo después de iniciar sus operaciones, la compañía de electricidad creada por Carlos Paz  en 1919 quedó completamente en sus manos.

Quizás esta haya sido su intención original, pero por razones legales y de otra índole, necesitaba dos socios confiables para registrarla como una empresa de servicio público. 

Abona esta hipótesis el hecho que el ingeniero Allende Posse se desvinvuló de la sociedad poco después de que Carlos Paz obtuviese la concesión, mientras que el ingeniero Revol lo hizo, probablemente, cuando finalizaron las obras y se puso en marcha la usina. 


EL SERVICIO SE EXPANDE

      Los conductores eléctricos fueron alcanzando poco a poco las casas del pueblo; en primer lugar la del dueño, luego, la casa de su yerno José Bergamín, el hotel “Carlos Paz” y otras viviendas cercanas. Los cables cruzaron sobre los puentes del San Roque para llegar hasta el almacén de ramos generales de Antonio Pagani, al otro lado del rio.

      Pero el nuevo servicio tenía sus limitaciones; dado que la electricidad era generada solo por la noche y durante un corto tiempo, su utilización en las horas diurnas con otra finalidad que no fuera de iluminación, era impracticable.

Aún así, prescindir de velas y faroles fue un gran adelanto. Las tertulias en las casas de familia, a las que eran tan afectos los veraneantes, podían extenderse más allá del ocaso, disfrutando de ambiente libre de humos y gases tóxicos.

En 1923 los hermanos Adolfo, Bautista y Clemente Carena llegaron a la villa y al año siguiente le alquilaron a Carlos Paz su hotel; le cambiaron su nombre por el de ellos y el edificio fue remodelado y ampliado.

La competencia con los hoteles de otras localidades de Punilla era muy desigual. Los hermanos Carena tuvieron en claro que debían ofrecer un servicio de calidad para atraer clientes a nuestra villa.

Para asegurar el suministro de electricidad al “Hotel Carena”, en 1925 Carlos Paz decidió instalar una usina en su propia casa. Para ello, adquirió un equipo generador marca “Otto-Deutz” de 50 H.P. que entregaba aproximadamente 35 kilovatios/hora, más que suficiente para atender las necesidades del momento.

La red eléctrica se fue extendiendo progresivamente, a medida que Carlos Paz iba construyendo más y más casas para alquilar a los turistas, y otras que le encargaban quienes habían adquirido terrenos en la villa.

La usina hidroeléctrica, sin dudas, prestaba un valioso servicio, y durante varios años se complementó con la usina térmica instalada en la casa de Carlos Paz. Sin embargo, las posibilidad de ampliar la red de distribución encontró dificultades. Al utilizarse corriente continua, la pérdida de energía debido a la longitud de los conductores, producía una caída de la tensión notable.

 

LA DEMANDA AUMENTA LAS EXIGENCIAS

      El 15 de enero de 1928, Ventivoglio Bezzechi inauguró el “Hotel Yolanda”, que comenzó a funcionar en una casona que había pertenecido a Clodomira Paz, hermana de Carlos Paz. Con la apertura del “Yolanda” comenzó el desarrollo de la hotelería en Villa Carlos Paz, una de las actividades más importantes que ha caracterizado a nuestra ciudad a lo largo del tiempo.

Durante la temporada veraniega, Carlos Paz decidió ampliar las horas de servicio de las usinas para atender la necesidades de los hoteles, asi como mantener encendidos los focos de iluminación pública, instalados en las intersecciones de calles.

La complementación entre ambas usinas dio respuesta limitada a la demanda; salvo algunas excepciones, “la banda norte” –el sector que hoy conocemos como “centro viejo”- carecía del servicio.

Esta situación se mantuvo hasta 1929, cuando el doctor Enrique Zárate puso en funcionamiento su propia usina en Villa del Lago, mucho más potente que las dos usinas de Carlos Paz, sumadas. Y no solo eso, la usina de Zárate entregaba corriente alterna a 220 voltios, la que requerían  los nuevos artefactos eléctricos.

El nuevo aporte energético hizo posible la expansión comercial de ese sector postergado del pueblo, contribuyendo al desarrollo de los nuevos barrios, como, por caso, el de “Villa Suiza”.

 

LA MUERTE DE CARLOS PAZ Y EL DESTINO DE SU OBRA

      A mediados de 1929 Carlos Paz recibió una mala noticia; el dolor que sentía en su esófago desde hacía algunos meses, había tomado forma de tumor maligno. El doctor Juan Cafferata, su médico amigo, se lo había confirmado con las placas radiográficas en la mano. Nada se podía hacer, excepto recurrir a la morfina y esperar el desenlace.

      Con entereza, nuestro fundador redactó su testamento ológrafo el 1º de julio de 1929, lo colocó dentro de un sobre, que lacró con la impronta de su sello personal. Acto seguido, se lo entregó a su amigo Facundo Escalera, en ese momento Presidente del Banco de Córdoba, para que lo pusiera a resguardo, nombrándolo primer albacea.

      El 13 de enero de 1930 falleció; con su desaparición física terminó una etapa en la evolución histórica de nuestra villa, la que algunos autores han denominado “patriarcal”. A partir de entonces nada sería igual.

El 16 de enero, luego de un procedimiento frustrado por su yerno José Bergamín, un oficial de justicia ingresó a “Las Margaritas” con la orden de inventariar todos los bienes y documentos del difunto.

      Entre estos últimos, se encontraron 22 acciones[3] de la Compañía General de Electricidad (una de las dos que había en Córdoba); planos de fracciones de terreno que había vendido a distintas adquirentes; dos croquis de la red de distribución del agua corriente; planos de la mensura de Santa Leocadia de 1907, y del pueblo Carlos Paz de 1913, y otros papeles.

Pero lo más significativo para el tema que nos ocupa, es la posesión del boleto de compra del motor Otto-Deutz que movía el generador de la usina térmica, por un valor de 1.350 pesos . Había además dos presupuestos; uno para construir una “tubería hidráulica”, y el otro, para instalarla.  Lamentablemente, en el inventario no se consignó la fecha en que fueron confeccionados, y el nombre de las casas comerciales resultan ilegibles, negándonos, por lo tanto,  valiosa información.

También conservaba facturas de compra emitidas por las empresas “General Electric” y “Westimghouse” por la adquisición de materiales eléctricos, sin especificar el tipo ni la cantidad; por lo tanto, podrían haber sido utilizados tanto en la usina como en la red.[4]

Como fuese, se presume que, después de su muerte, poco y nada se hizo para la adecuación tecnológica de la usina a los nuevos tiempos, más allá del mantenimiento y reparación  del equipo y de las instalaciones. 



EL SERVICIO ELÉCTRICO DESPUÉS DE 1930

El juicio sucesorio de Carlos Paz se hizo en tiempo récord, apenas en diez meses. Su esposa Margarita Avanzatto recibió como heredera, además de bienes materiales que le correspondían, las concesiones de riego y de generación eléctrica.

La señora Avanzatto, en su carácter de heredera, solicitó al Departamento de Obras Públicas la inscripción a su nombre de la concesión para generar y comercializar electricidad, otorgada a su finado esposo por la ley 3082.

Se dio inicio así al Expte. 1.870-P-1933, cuyo trámite administrativo llevó bastante tiempo. Mientras tanto, Margarita, por disposición  judicial, se hizo cargo de la  compañía eléctrica. En esta circunstancia, habría sido valiosa la  ayuda de su yerno José Bergamín, quien continuó a cargo de la usina.

El 26 de enero de 1935 , por Decreto 19.442 “C” el Poder Ejecutivo aprobó las tarifas de servicio eléctrico solicitadas por la señora Avanzatto en su presentación ante el Ministerio de Obras Públicas; y por Decreto 22.020 “C” del 12 de enero de 1936, se ordenó la reinscripción de la concesión a nombre de la causante.

LOS PTMCIPIOS, 29 DE ENERO DE 1935

La usina hidroeléctrica continuó alimentado las viviendas del sector sur del pueblo, mientras que la térmica, instalada en la casa paterna, suministraba electricidad a los hoteles y pequeños comercios del centro. La usina de Villa del Lgo tenía su red de cobertura en el sector oeste; pero, con el tiempo, se fu extendiendo hacia el sector céntrico.

En 1937 muere la señora Margarita Avanzatto, y las concesiones de riego y electricidad, entran nuevamente en sucesión, otorgándosele ambas a su hija, Margarita Paz de Bergamín.

Es interesante señalar que el inventario de bienes confeccionado con motivo del juicio sucesorio, menciona la existencia de fundaciones (cimientos) donde se encontraba el edificio de la usina hidroeléctrica, preparados para instalar allí la usina térmica.

Es decir, la señora Avanzatto había decidido trasladar el generador “Otto-Deitz” desde su casa hasta el sitio donde se encontraba la usina hidroeléctrica, tal vez por la molestia que le causaba a los huéspedes del hotel el funcionamiento del motor a explosión, considerando la corta distancia que los separaba.

A mediados de la década de 1930, comenzaron a comercializarse las primeras heladeras familiares, y los refrigeradores comerciales no tardaron en llegar al pueblo. Cuando los hoteles los incorporaron, las usinas de Carlos Paz quedaron obsoletas, aunque la usina hidroeléctrica continuó prestando servicio en el sector sur de la villa.

En la década de 1940, los vecinos de este sector se  organizaron para extender la red de Zárate hasta sus casas, comprando materiales para tal fin. La gestión que realizó Julio Liotard con ese propósito fue encomiable.

Si bien la concesión otorgada a Carlos N. Paz venció en 1951 y la usina hidroeléctrica ya no estaba operativa, en 1953 el Estado provincial estatizó todos los servicios eléctricos que eran administrados por los privados, expropiando sus máquinas e instalaciones, incluida la usina del doctor Zárate,  y creó la Empresa Provincial de Elnergíade Córdoba.

Nuestra usina hidroeléctrica terminó sus días olvidada en la margen del río. En la década de 1970 fue abierta la calle Juan J. Paso en la fracción de terreno que ocupaba la concesión, y el pequeño edificio de ladrillo, demolido. La dínamo y la turbina fueron vandalizadas, perdiéndose todo rastro. 

El embalse fue rellenado y utilizado para localizar allí un vivero de plantas. Con el correr del tiempo, la franja de terreno que ocupaba el canal  y sus márgenes, así como el resto de las instalaciones hidráulicas, fueron apropiadas por los dueños de lotes linderos.

Hace pocos años atrás, operarios que realizaban el zanjeo en la calle José Hernández para colocar los desagues cloacales, se toparon con la antigua tubería de hierro que llevaba agua desde el embalse hasta la turbina.

+++++++++++++++++++++++++  FIN  +++++++++++++++++++++++++++++


FUENTES DOCUMENTALES

-  DECRETOS Y RESOLUCIONES VARIAS - ARCHIVO HISTÓRICO DE LA PROVINCIA DE CÓRDOBA (APC)

- EXPEDIENTES SUCESORIOS DE CARLOS N. PAZ Y DE MARGARITA  AVANZATTO - ARCHIVO DEL PODER JUDICIAL DE LA PROVINCIA DE CÓRDOBA (APJ)

-DIARIOS DE SESIONES Y LEYES VARIAS - ARCHIVO HISTÓRICO DE LA LEGISLATURA DE LA PROVINCIA DE CÓRDOBA (ALC)



[1] Existe la creencia que la usina construida por el doctor Enrique Zárate en 1929 fue la primera, pero, como se demuestra, esto no fue así.

[2] En mi opinión las mencionadas compuertas existían con anterioridad a la construcción de la represa, ya que serían muy efectivas para desviar el agua que venía dpor el canal hacia el rio cuando se necesitaba realizar tareas de mantenimiento del sistema, tales como quitar el barro de las compuertas )que eran varias) y remover obstrucciones.

[3] Cada una de un valor nominal de 50 pesos oro sellado, cada una 70 pesos nacionales.

[4] Inventario judicial realizado por el Oficial de Justicia en “Expediente Sucesorio de Carlos N. Paz, Medidas Conservatorias”, 15 de enero de 1930. (Archivo del Poder Judicial)

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