1919: "Segundas partes nunca son buenas" (dicho popular) PARTE 2

                                                                                                   por Jorge Enrique Etchevarne

VIENE DE  LA PUBLICACIÓN ANTERIOR 


Carlos Nicandro Paz y su controversial Jefatura Política 1919-1920.

TROPELÍAS POLICIALES.

       Uno de los asuntos que demandó de Carlos Paz la mayor atención durante su toda gestión, además de causarle todo tipo de preocupaciones, fue el desempeño de los funcionarios policiales, quienes estaban bajo su exclusiva responsabilidad.

       Claro que los agentes ─”gendarmes” se les decía entonces─, tenía poca o ninguna preparación para ejercer como tales, y es casi seguro que pocos habrían superado satisfactoriamente una evaluación de sus aptitudes personales para portar armas.

       Sin embargo, no fueron los subordinados quienes le dieron dolores de cabeza a Carlos Paz, sino aquellos que oooocupaban cargos superiores, la mayoría elegidos y propuestos por él.

El 2 de junio el gobernador aceptó la renuncia de Gusmerotti, y designó en su reemplazo al señor Manuel Rodríguez por Decretp Nº 4365.

Tres semanas después Núñez recibió una carta procedente de Charbonier, firmada por el señor Saturnino López, vecino de esa localidad, con una inquietante denuncia.

Según lo relatado por el denunciante, el domingo 22 de junio había ocurrido un escandaloso suceso en el comercio propiedad del subcomisario Ramón Jaime, donde se había jugado “descaradamente” a la taba (juego de apuestas prohibido por ley), con la presencia del mismísimo funcionario, acompañado por el comisario de Capilla del Monte, Camilo Rodríguez Pereyra.

Entre la numerosa concurrencia, la mayoría en estado de ebriedad, se encontraba un menor de edad que por disidencias en el juego se trabó en riña con Félix Jaime, hermano del subcomisario, sin que este tomara medidas al respecto.

Por la noche –continuaba la carta- hubo baile,  consumo excesivo de bebidas alcohólicas, disparos de armas de fuego en todas direcciones, y quema de cohetes..

López solicitó, en representación del pueblo, la inmediata investigación de los hechos denunciados, ofreciendo el aporte de las pruebas que fueran necesarias.

Por otra parte, López dejó en claro que actuaba en defensa de los intereses públicos, y que no dejaría pasar el mal desempeño de funcionarios designados por las autoridades demócratas en el gobierno, aunque él adhiriera al mismo partido político.

Para finalizar, Saturnino López adjuntó a su denuncia una nota firmada por cuarenta vecinos de Charbonier, quienes pedían la destitución del subcomisario Jaime por considerarlo “indigno e incompetente para desempeñar el cargo que se le ha confiado”.

El 25 de junio el senador radical Arsenio Soria, histórico adversario político de Carlos Paz, con los antecedentes en la mano, se entrevistó con el ministro de Gobierno manifestándole el malestar existente entre los pobladores de las localidades que fueron escenario  del escandaloso suceso.

Presionado por las circunstancias, el doctor Sarría, previa consulta con el jefe de la Policía, designo al oficial inspector Eduardo Ferreyra para que se trasladase a Charbonier y procediera a levantar un sumario acerca de lo ocurrido.

Mientras tanto, Carlos Paz fue notificado de la situación, y se le ordenó dirigirse al lugar de los hechos para recabar testimonios de primera mano.

Carlos Paz debía estar muy preocupado porque todo lo concerniente a la fuerza policial del Departamento era de su exclusiva responsabilidad, según lo establecido en el Decreto …. “Funciones de los Jefes Políticos”

El día 27 el sumariante se trasladó hasta Charbonier, encontrándose con Carlos Paz en Capilla del Monte, quien lo puso al tanto de las averiguaciones practicadas, tras lo cual el jefe político regresó a Los Puentes.

Mientras el inspector Ferreyra continuaba la investigación, Carlos Paz le escribió al ministro Sarría informándole sobre el resultado de la misión que le fuera encomendada, poniendo a disposición del gobierno los datos recogidos durante su estadía en Capilla del Monte y Charbonier.

El mismo día que Ferreyra llegó a Capilla del Monte, desde San Esteban, el Juez de Paz pedáneo, Belindo Soaje, escribió una larga carta al ministro Sarría para informarle sobre graves hechos protagonizados por los mismos personajes y otros individuos relacionados con ellos.[i]

Según su escrito, cuando el 12 de junio le ordenó al subcomisario de Charbonier, Ramón Jaime, que procediese a la detención de José González, oficial de policía de Capilla del Monte, y de José Jaime, ambos imputados como autores de ilícitos, el subcomisario se negó, “desacatándose abiertamente”, según expresó el magistrado.

Ante la desobediencia de Ramón Jaume, el 13 de junio el juez le ordenó al comisario de Capilla del Monte, Rodríguez Pereyra, que detuviera al desacatado.

El día 18, Rodríguez Pereyra le comunicó al juez que había dado cumplimiento a lo ordenado, y que Ramón Jaime se encontraba a disposición del magistrado.

Sin embargo, el juez constató que los días 22 y 23 de junio ambos empleados policiales continuaban en ejercicio de sus cargos, y que Rodríguez Pereyra había informado falsamente sobre el procedimiento.

Por si algo le faltaba a este embrollo, el día 27 una veintena de vecinos de Charbonier le escribió al ministro Sarría, para solicitarle que […] “tuviese en cuenta los antecedentes personales del juez que intervenía en el caso, así como su estado inconveniente para actuar de funcionario en el momento del supuesto incidente” […] (sic)

Para rematar, señalaron que quienes pedían la exoneración de Jaime, tenían motivaciones políticas “en contra de un funcionario público que obra con justicia y equidistancia”.

Literalmente, acusaban a los denunciantes de intencionalidad política; aunque no había objetividad en esta apreciación, ya que entre quienes suscribían la carta, figuraban parientes del acusado Ramón Jaime.

En los primeros días de julio, Carlos Paz se trasladó nuevamente a Capilla del Monte, esta vez acompañado por el comisario general del Departamento y un agente uniformado.

Su propósito: detener por orden judicial al suspendido comisario Camilo Rodríguez Pereyra y conducirlo a la ciudad de Córdoba para ponerlo a disposición del Juez del Crimen de Turno.

El 7 de julio el gobernador firmó el Decreto Nº 4.632 disponiendo la cesantía de los causantes Camilo Rodríguez Pereyra y Ramón Jaime.

El 12 de julio, Carlos Paz recibió un telegrama del ministro Sarría requiriéndole la nominación de un reemplazante para ocupar el cargo del comisario depuesto. Paz propuso a Miguel Ángel Ferreyra, quien fue designado oficialmente el 14 de julio[ii].

El 4 de septiembre, sosegados los ánimos adversos al accionar policial, Carlos Paz elevó un informe al doctor Miguel Rodríguez de la Torre, Subsecretario de Gobierno a cargo del Ministerio, poniendo en su conocimiento dos hechos de robo ocurridos en la localidad de Capilla del Monte, siendo los damnificados conocidos comerciantes locales.

En su carta, el Jefe Político destacó la necesidad de aumentar el número de agentes policiales, ya que los cuatro  efectivos asignados a la comisaría local, resultan escasos para prestar un servicio de vigilancia adecuado a la extensión del territorio que deben recorrer.

Asimismo, resaltó la conformidad del vecindario con el desempeño del nuevo comisario, pero hizo hincapié en la necesidad de proveerlo de un caballo, montura y forraje para realizar las pesquisas, ya que, a pesar del reducido sueldo que percibía, se veía obligado a costear el propio.

Esta vez, la solicitud de Carlos Paz tuvo rápida resolución y Contaduría General autorizó el gasto necesario para provee el indispensable medio de movilidad al comisario de Capilla del Monte.

Parecía que todo se iba encausando.

 

INTRANQUILIDAD OBRERA EN PUNILLA

En nuestra provincia, la actividad de los partidos “Socialista” y “Socialista Internacional”, con injerencia en los gremios más combativos, preocupaba a las autoridades provinciales.

El 25 de junio de 1919, el gobierno de Córdoba emitió el decreto Nº 4.569 avalando la decisión del Jefe de Policía quien había prohibido la realización de “conferencias” (así se denominaba a los mitines políticos).

Mientras se desarrollaba el “Caso Jaime”, otro conflicto estaba en ciernes.

El 28 de junio Carlos Paz informó al ministro Sarría que había negado el permiso solicitado por la “Sociedad de Picapedreros” para celebrar una reunión de los obreros que trabajaban en las canteras propiedad de Santos Conti y Bacci, en Huerta Grande.

En estas explotaciones mineras una legión de picapedreros le daba forma a los adoquines de granito que se utilizaban para empedrar las calles de Buenos Aires.

Como en tantos otros lugares, las condiciones laborales en las canteras referidas eran malas, aún para los estándares de la época.

La minería era el principal motor de la economía regional hasta el despertar del turismo, por ello, las autoridades locales ponían especial celo en controlar la alteración del orden.

Carlos Paz explicó en su carta que se había negado por desconocer los motivos de la reunión y los asuntos a tratar, y además. por no contar con agentes de policía para controlar eventuales disturbios.

Todavía estaba fresco el recuerdo de la prolongada y feroz huelga ferroviaria, que meses antes, había dejado como saldo de los enfrentamientos, un obrero muerto en los talleres de Cruz del Eje.

Con este antecedente, Carlos Paz solicitó aumentar la dotación policial del Departamento en dos agentes, petición que le fue concedida el 22 de julio por acuerdo de ministros.

El 17 de julio solicitó autorización para comprar monturas y otros pertrechos necesarios para equipar a los efectivos que debían prestar servicio, pero un mes después Contaduría recomendó no hacer lugar al pedido hasta tanto se licite la provisión de monturas y armamento para aprovisionar a todas las Jefatura Políticas.

El 22 de julio el ministerio dispuso aumentar la cantidad de agentes de policía, incorporando dos efectivos que pasaron a prestar servicio en el Sanatorio para Tuberculosos de Santa María, otro ligar problemático.

Concurrentemente, el ex subcomisario de Bialet Masse, Enrique Bustos, reclamó al gobierno el pago de haberes adeudados desde el mes de marzo.

La responsabilidad administrativa de abonar los sueldos de los empleados de la jefatura, e incluso, de los maestros, corría por cuenta del Jefe Político.

En este caso, los sueldos reclamados por el ex subcomisario eran adeudados por el anterior jefe político, Antonino Molina, pero ahora sería Carlos Paz quien debía ocuparse del asunto.



[i] En esa época, los jueces de Paz deàrtamrntales actuaban como jueces de ^rimera Instancia.

[ii] Decreto Nº 4.718

CONTINUARÁ



[i] Decreto Nº 4.632

[ii] Decreto Nº 4.718

Impresión en lacre del sello personal de Carlos Paz

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