1919-1920: “Segundas partes nunca son buenas” (dicho popular) PARTE 1
PRIMERA PARTE
Carlos Nicandro Paz y su controversial Jefatura Política 1919-1920.
INTRODUCCIÓN
Algunos autores han escrito acerca del
desempeño de Carlos Paz como Jefe Político de Punilla entre 1913 y 1916, por
cierto, una gestión muy fructífera para los intereses locales y sus proyectos
personales..
Pero poco y nada se ha dicho, y menos
aún, escrito, sobre la segunda vez que Carlos Paz ejerció la misma función,
entre 1919 y 1920. Tal vez sea porque se haya considerado poco interesante este
período, o bien, porque no se contaba con información fehaciente.
Sin embargo, a pesar de su brevedad,
los hechos acaecidos durante su segunda gestión como jefe político, nos revelan
una faceta desconocida del fundador de nuestra villa.
Entre 1916 y 1919, con Carlos Paz
alejado del poder, importantes acontecimientos sucedieron en el pueblo. Algunos
fueron positivos para su progreso, tales como los referidos al transporte y al
comercio, pero otros resultaron decididamente dañinos.
Con el advenimiento de los radicales
en mayo de 1916, Carlos Paz tuvo que soportar el atropello de sus adversarios
políticos, quienes no ahorraron esfuerzos en sus intentos de perjudicarlo.
No solo se lo ignoró; también se sabotearon
sus logros, entre ellos, la escuela que había conseguido instalar en su pueblo,
y que los nuevos funcionarios, con total desaprensión, clausuraron con falsos argumentos[i].
De este hecho y de otras cuestiones, Carlos
Paz guardaría buena memoria para desquitarse cuando llegara el momento. Y este
llegó en 1919.
La presente crónica está basada en
documentos oficiales, en correspondencia que Carlos Paz intercambiaba con otros
funcionarios, y en notas periodísticas sobre hechos que la prensa escrita, ocasionalmente,
daba a conocer.
Probablemente, el relato que sigue provocará
sentimientos encontrados entre quienes consideran que Carlos Paz siempre fue un
funcionario público ejemplar, un hacedor del bien común, impulsor del progreso de
su pueblo y de la región.
Y es verdad, aunque no toda la verdad.
Carlos Paz era, ante todo, un patrón de
estancia, celoso de sus intereses. El pueblo al que había impuesto su nombre,
le pertenecía, pues no era sino una parte de su extensa propiedad.
Antes que los intereses públicos,
estaban los propios; y en esta oportunidad, aprovecharía la ventaja
de su cargo para darles prioridad.
Debe tenerse en cuenta que su época estuvo
signada por virulentas disputas entre radicales y conservadores, quienes pugnaban
por conquistar o retener espacios de poder.
Estos episodios, para bien o para mal,
afectaban la vida de las comunidades serranas, cuyos pobladores tomaban partido
por uno u otro bando. En la mayoría de las ocasiones, los enfrentamientos no
pasaban de lo retórico, pero en otras, iban más allá.
Al examinar sus escritos y evaluar sus
acciones, se advierte claramente que, en esta oportunidad, Carlos Paz dejó de
lado la prudencia que lo había caracterizado durante su primera jefatura.
No fueron años pacíficos. Su gestión tropezó con innumerables problemas: denuncias de corrupción, abuso policial, huelgas obreras, confrontaciones políticas, pero, sobre todo, tuvo que lidiar con un conflicto familiar que lo arrastraría al descrédito.
No se trata aquí de emitir juicios de valor referidos a su conducta, sino de interpretar sus decisiones a la luz de los hechos, con la mayor objetividad posible.
Se intenta tomar distancia del personaje construido a lo largo del tiempo en torno de su figura, acercándonos a su dimensión humana, con sus aciertos y errores, y muchas veces, dominado por la pasión.
CONTEXTO
HISTÓRICO
Hacia fines de 1918 el primer gobierno
de Hipólito Irigoyen estaba jaqueado por conflictos sociales y una prolongada
recesión económica, resultado de la depresión mundial ocasionada por la Gran
Guerra, desde julio de 1914 hasta noviembre de 1918.
Agitadores sindicales, enrolados en el
socialismo y el anarquismo, impulsaban huelgas, provocaban revueltas y
atentaban contra los bienes de las empresas, en particular las de origen
extranjero.
Entre ellos había muchos extranjeros
que habían ingresado al país como inmigrantes que buscaban un mejor porvenir, pero
en realidad escapaban de la persecución política en Europa.
Estos activistas, mejor preparados que
los dirigentes locales, habían organizado los primeros sindicatos, y su protagonismo fue creciendo con la
expansión económica, la industrialización, y la consolidación de la clase obrera,
durante una época en la que se consideraba a la Argentina una potencia mundial.
Para controlar sus
acciones y neutralizar su influencia, en 1902 el Congreso Nacional dictó la
cuestionada “Ley de Residencia” Nº 4.144.
Dicha norma, impulsada por el senador
Miguel Cané, autorizó al Poder Ejecutivo a impedir la entrada de refugiados
políticos, y a expulsar extranjeros “cuya conducta comprometa la seguridad
nacional o perturbe el orden público”.
Pero los conflictos se fueron
intensificando en todo el país, y en 1907, tras un atentado explosivo provocado
de activistas, el Congreso Nacional sancionó, en tiempo récord, la “Ley de
Defensa Social” Nº 7029.
La misma prohibió, entre otras
medidas, las reuniones y manifestaciones de carácter político o gremial, sin la
previa autorización de la Policía; autorización que, por cierto, era muy
difícil de conseguir.
EN LA PROVINCIA
En el orden provincial, la situación
era análoga. A las dificultades presupuestarias y la ralentización de la
actividad económica, se agregaron las demandas de vastos sectores sociales,
integrados por pequeños comerciantes, asalariados y trabajadores informales.
Tranviarios, cocheros, barrenderos,
panaderos, maquinistas, telegrafistas, molineros, lavanderas, obreros y
changarines; algunos agremiados y otros no, sostenían reclamos sectoriales, pero todos por
igual protestaban contra la carestía de la vida.
La actividad de los partidos
“Socialista” y “Socialista Internacional”, con injerencia en los gremios más
combativos, preocupaba a las autoridades. Sus acciones se potenciaron a partir
del triunfo de los revolucionarios rusos en octubre de 1917.
La efervescencia social causaba
zozobra en la conservadora y clerical sociedad cordobesa, la que sentía peligrar su modo de vida, y muchos,
sus posiciones de privilegio.
Incluso los estudiantes universitarios,
aventajados ellos, consiguieron imponer reformas liberales. El colapso del
orden social parecía inminente.
EL RETORNO DE LOS CONSERVADORES.
La suma de todos estos factores
determinó que, en las elecciones provinciales del 17 de noviembre de 1918, la
mayoría de los votantes, convencidos de que la raíz de todos los males estaba
encarnada por el gobierno de Julio Borda y su política de apertura y
flexibilización, se inclinó por ungir la fórmula de los demócratas Rafael Núñez
y Gerónimo del Barco, derrotando al binomio de los candidatos radicales Elpidio
González y Alberto Durrieu.
Rafael Núñez asumió el 17 de mayo de
1919. Contra lo que pudiera suponerse, desde el inicio de su gobierno impulsó
una batería de leyes para atender los necesidades de las clases sociales más
postergadas y desprotegidas, otorgándole a su gestión un sesgo progresista.[1]
El cambio de signo político implicó la
consecuente renovación de funcionarios provinciales. Entre ellos estaban los Jefes
Políticos de los departamentos que configuran la división administrativa de la
Provincia.
Como se explicó en otra crónica[ii], un
Jefe Político era un delegado personal del gobernador en el interior provincial
y actuaba en su nombre y representación. Sus atribuciones estaban regidas por
ley, y respondía de manera directas al titular del Poder Ejecutivo.
Por lo tanto, el Jefe Político era la
cara visible del gobernador y su designación recaía, generalmente, en alguien
de su total confianza. Del Jefe Político dependían los Jueces de Paz y la
fuerza policial del Departamento.
RECAMBIO POLÍTICO EN PUNILLA
Horas antes de asumir las autoridades
electas, el jefe político de Punilla hasta ese momento, Antonino Molina, elevó
su renuncia al cargo, y poco después, hicieron lo propio su secretario y el
resto de los subordinados.
Ya en el poder, Núñez designó como nuevo Jefe
Político de Punilla a Carlos Nicandro Paz, de probados servicios a la causa demócrata
y con experiencia en la función.
Su nombramiento auguraba una administración
prolija y sin sobresaltos, según lo había demostrado cuando ocupó el mismo
cargo durante el mandato de Ramón Cárcano. Sin embargo, esta vez, las cosas
serían diferentes….
Una de las primeras tareas que
encaraban todos los Jefes Políticos, tras
su designación, era la de gestionar el nombramiento del personal a su cargo.
Si bien los empleados de la jefatura, en
lo formal, eran designados por el gobernador, en la práctica sus nombres eran
sugeridos por el Jefe Político, según su particular criterio, basado, principalmente,
en la confianza que le inspiraban los elegidos.
Esto no garantizaba que las
designaciones recayeran, necesariamente, en personas idóneas para los cargos
que debían ocupar.
En más de una ocasión, no tenían otra posibilidad
que la de elegirlos según la filiación política, desconociendo las condiciones
personales del candidato.
No eran infrecuentes los incidentes derivados
del accionar policial, asuntos que el jefe político debía resolver con prontitud
para no ver menoscabada su autoridad.
Tras asumir la jefatura, Carlos Paz elevó
la nómina de personas propuestas para desempeñar funciones policiales durante
su administración, aunque esta lista no abarcaba la totalidad de los cargos a
cubrir.
En los días siguientes, Núñez designó
a los funcionarios propuestos, encabezados por el Comisario General Alfredo
Gusmerotti (ex secretario de Carlos Paz durante su primer jefatura), el
comisario Luis Moyano (Cosquín), y los subcomisarios: Tomás Bustos (Bialet Massé),
José Villalba (Tanti); Felipe Bracamonte (Villa Carlos Paz), a Gregorio
Gómez (Santiago), Ceferino Indarte (Casa
Grande), José Zapata (La Cumbre), y Federico Bazán (Los Gigantes).
Sin embargo, Carlos Paz no tuvo
oportunidad de mediar en la elección de su secretario, ya que el gobernador
designó al desconocido Juan Llabrés, sin haberle consultado, al menos por
escrito.
Para Carlos Paz este cargo tenía especial
importancia, ya que la sede de la jefatura estaba en Cosquín, y él residía y
pasaba la mayor parte del tiempo en su pueblo.
Debido a esto, durante su anterior
gestión, se había acostumbrado a delegar ciertas responsabilidades en su leal y
eficiente secretario Alfredo Gusmerotti, quien lo reemplazaba durante sus
ausencias.
El 23 de mayo se nombraron los Jefes
de las oficinas de Registro Civil de Punilla; designando a Rodolfo Gómez en
Cosquín, a Andrés Avellaneda en La Cumbre, a Faustino Heredia en Capilla del
Monte, y a Federico Roldán en Tanti.
El día 28 Carlos Paz tomó la
iniciativa y propuso cubrir las vacantes policiales restantes con las
siguientes personas: Camilo Rodríguez Pereyra para comisario de Capilla del
Monte, a Antenor Álvarez para subcomisario de Huerta Grande, y a Ramón Jaime
para subcomisario de Charbonier.
Los tres candidatos fueron aceptados
por el ministro y el gobernador hizo las designaciones correspondientes. Muy
pronto Carlos Paz se arrepentiría de estas postulaciones…
LO QUE MAL EMPIEZA, MAL ACABA.
El 29 de mayo Carlos Paz tuvo su
primer revés. Alfredo Gusmerotti, inesperadamente y sin mediar explicaciones,
le hizo llegar su renuncia al cargo de Comisario General para el cual había
sido designado poco antes.
¿Tuvo algo que ver su decisión con la
designación de otros empleados policiales? Los hechos que siguieron tal vez
acerquen una explicación.
El 30 de mayo Carlos Paz debió solicitar
la intervención del ministerio para obligar al jefe político saliente, Antonino
Molina, a entregar la documentación oficial que retenía en su poder.
El comportamiento de Molina no era sino
el anticipo de las rispideces y confrontaciones que caracterizarían su relación
con los referentes radicales de Punilla.
Carlos Paz también recibió de Molina
un regalo inesperado; se trató del automóvil “Ford” asignado a la jefatura, que
se encontraba en pésimas condiciones, razón por la cual lo llevó a Córdoba para
su reparación.
Pero Contaduría General no aprobó el
presupuesto confeccionado por el taller del señor José Pendini que Carlos Paz
había elevado para su consideración.
Se desconoce el destino que tuvo el
vehículo. Es probable que Carlos Paz utilizara de ahí en adelante su propio
automóvil, además de viajar con pase oficial en los trenes del Ferrocarril Argentino
del Norte (hoy Tren de las Sierras).
El maltrato que, sin duda, había
recibido el automóvil durante la gestión anterior, dio lugar a al Decreto N1º
4686 del 18 de julio de 1919 que prohibió el uso de los vehículos oficiales con
fines particulares.
Pero los problemas para Carlos Paz
recién empezaban.
[1] Fue doctor en Derecho, fiscal federal, dos veces
diputado provincial, presidente de la Cámara de Diputados, profesor de Derecho
Constitucional de la Universidad Nacional de Córdoba, ministro de hacienda del
gobernador Ramón José Cárcano, diputado nacional, gobernador de Córdoba,
candidato a vicepresidente de la Nación y senador nacional, cargo en cuyo
ejercicio murió.
Rafael Núñez y Bustos nació en la villa de Cruz del
Eje, Córdoba, el 14 de noviembre de 1875. Su padre falleció el 3 de septiembre
de 1884, cuando Rafael tenía apenas 8 años de edad.
En 1884 fue llevado a
la ciudad de Córdoba para que diera principio su educación y fue matriculado en
la escuela mixta que dirigía la educacionista Matilde Páez. Terminado este
período escolar, fue enviado al colegio Británico de Buenos Aires, en donde
rindió su primer año en 1891. El año siguiente regresó a Córdoba y continuó con
sus estudios secundarios en el Colegio de Nuestra Señora de Monserrat.
Hizo la conscripción
militar recién cumplidos sus veinte años de edad, en el 3er Batallón del
Regimiento 7º de Infantería. Núñez tenía entonces el grado de capitán de la 1ª
compañía y permaneció como voluntario en las filas del ejército durante un año.
En 1896 terminó su
bachillerato en el Colegio Monserrat y al año siguiente se matriculó en la
Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Córdoba obteniendo el título
de “Abogado”. En marzo de 1900 presentó su tesis sobre “Exploración y Cateo”
bajo el rectorado del Dr. Ortiz y Herrera y obtuvo su título de “Doctor en
Derecho y Ciencias Sociales”, a los veinticuatro años de edad.
Abandonada la casa de
Trejo, el Dr. Núñez se dedicó al ejercicio de su profesión y abrió su estudio
jurídico conjuntamente con el Dr. Julio Torres. Más tarde abriría un estudio en
sociedad con José Heriberto Martínez.
Su carrera política fue
meteórica. Cuando Núñez egresó de la universidad ya se encontraba afiliado al
Partido Autonomista Nacional. El gobierno del Dr. José Manuel Álvarez lo
designó consejero titular del Monte de Piedad por decreto en 1903, cargo en que
fue nuevamente nombrado por un período íntegro. En el desempeño de estas
funciones, Núñez aconsejó medidas que simplificaban la obtención de préstamos.
El 20 de octubre de
1903 contrajo matrimonio con Manuela Torres Castaños, de veinticuatro años. La
pareja tendría seis hijos: María de las Mercedes, Blanca Delia, María Ángela,
Manuela del Carmen, Rafael Vicente y Victoria.
Ese mismo año y bajo
la presidencia del Dr. Manuel Quintana, fue nombrado fiscal del Juzgado Federal
de Córdoba, funciones que desempeñó hasta 1909, época en que el gobierno
nacional le colocó en situación de optar entre ese cargo y el de legislador
provincial.
En 1904 la Junta de
Gobierno del Partido Nacional le ofreció una propuesta para sostener su
candidatura a diputado provincial por el departamento Unión. Así, Núñez salía
electo diputado a la Honorable Legislatura de la Provincia en 1905.
En 1907 obtuvo la
suplencia del docente titular por concurso de la cátedra de derecho
constitucional de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Córdoba.
La Reforma Universitaria de 1918 determinaría la salida del Dr. Núñez de la
docencia.
Posteriormente fue
nombrado abogado de la Compañía de Seguros “Córdoba”, cargo que se vio obligado
a abandonar después de algunos años, para dedicarse de lleno a las actividades
de la política.
Nuevamente fue electo
diputado por el departamento Unión, incorporándose de inmediato a la honorable
cámara.
En 1912 se fundó la
“Concentración Popular” que proclamara la fórmula Cárcano-Garzón Maceda para el
período gubernativo de 1913-1916. El Dr. Núñez se contaba entre los fundadores
de la Concentración y ocupó la presidencia del Comité de la Capital. El intento
por solucionar la disociación de las fuerzas conservadoras llevó a fundar un
nuevo partido político de amplia organización en toda la provincia. Es por eso
que a la existencia de la Unión Cívica Radical, se le sumaría una alianza de
facciones derivadas del viejo Partido Autonomista Nacional, del Partido
Constitucional, de la Unión Nacional y de otros grupos locales que originaría,
a fines de 1913, el Partido Demócrata, siendo el Dr. Núñez vocal de la primera
Junta de Gobierno de la nueva agrupación.
En 1914 el Dr. Ramón
J. Cárcano lo designó su ministro-secretario en la cartera de hacienda. Dos
años después fue designado presidente de la Junta de Gobierno del Partido
Demócrata, presentando su renuncia del cargo de ministro. Encaró de lleno el
problema político de la provincia y dispuso que el partido concurriera a todas
las luchas comiciales, aún en aquellos departamentos donde la mayoría radical
había sido considerable en las elecciones de 1915.
La nueva convocatoria
para elegir un senador por el departamento Río Primero, llevó al Dr. Núñez a
incorporarse al senado en 1917. Mientras tanto seguía desarrollando su labor
como presidente de la Junta de Gobierno, revelándose el partido ya como una
fuerza respetable, en condiciones de conquistar el gobierno de la provincia.
En 1918 fue electo
diputado al congreso de la nación. Ese mismo año se realizó una convención en
el “Palace Theatre”, proclamándose a Rafael Núñez como candidato a gobernador
de la provincia. Visitó de nuevo los departamentos en una gira e introdujo por
vez primera en Córdoba, las conferencias de propaganda electoral en las calles
y plazas públicas.
“Es
menester convivir con el pueblo, cimentar sus actividades, identificarse con
sus aspiraciones y encausar su acción hacia el logro del mayor progreso y
bienestar colectivo. Es por eso que la tribuna pública debe ser cátedra de
cultura cívica, para el mejor ejercicio del derecho de gobernarse”.
Así se expresaba el
Dr. Núñez en uno de sus discursos.
En los comicios del 17
de noviembre de 1918, el Partido Demócrata triunfó y el Dr. Núñez fue electo
gobernador por una mayoría de 36.057 votos, frente a los 34.547 obtenidos por
el radicalismo. El Colegio Electoral proclamó gobernador y vice de la provincia
para el período 1919-1922, a los señores Dr. Rafael Núñez y Dr. Jerónimo del
Barco, designado para desempeñar las carteras de Gobierno, Hacienda y Obras
Públicas, respectivamente, a los señores Dr. Félix Sarría (h), Dr. Justiniano
Achával e Ing. Fernando Romagosa.
En el mismo momento en
que se conocía el triunfo del candidato demócrata, sectores del radicalismo
comenzaron a hablar de la necesidad de la intervención federal a Córdoba.
Incluso, la tendencia radical más extrema que ocupaba espacios importantes en
el gobierno provincial decretó la clausura de la legislatura con el fin de
ejercer mayor presión sobre el Ejecutivo Nacional para que interviniera la
provincia. Sin embargo, el presidente Hipólito Yrigoyen se opuso a dicho
procedimiento declarando que: “...la
elección de Córdoba está bien hecha y la situación que allí surja en tanto se
amolde a los preceptos constitucionales contará con todo el apoyo del gobierno
de la Nación”.
En aquellos tiempos
comenzaban a rodar las primeras locomotoras a combustión con derivados del
petróleo y se empezaban a realizar las primeras emisiones radiales. Entre las
iniciativas que le pertenecen al gobierno de Núñez pueden mencionarse las siguientes:
·
Fundó
la Caja Popular de Ahorros (decreto N° 3.152), dando comienzo consecuentemente
a la Lotería de Córdoba, para otorgar pensiones a la vejez y ejercer la
protección de madres, viudas y huérfanos.
·
Estableció
la jornada laboral de ocho horas y reglamentó el trabajo de mujeres y menores
(Ley Nº 2.790).
·
Fijó
un nuevo mecanismo de representación territorial en la asignación de bancas
para la Cámara de Diputados de la Provincia (Ley N° 2.825).
·
Construyó
balnearios con lavaderos, casas de baños públicos, talleres sociales,
bibliotecas populares y plazas de ejercicios físicos en barrio Alta Córdoba y
barrio Pueblo Nuevo.
·
En
barrio San Vicente realizó, en 1920, el primer plan masivo de viviendas para
obreros de la provincia, conocido como barrio Kronfuss. El mismo se distinguió
por su gran calidad proyectual y constructiva, sin precedentes en Córdoba.
·
Construyó
los diques sobre el Río de los Sauces, en San Javier y sobre el Río Cruz del
Eje.
·
Ejecutó
y reparó numerosos caminos carreteros, puentes, vados, alcantarillas y pozos y
molinos para provisión de agua.
·
Estimuló
la finalización de hospitales, como el Abel Ayerza, de Marcos Juárez y realizó
la morgue del Hospital San Roque.
·
Continuó
los trabajos iniciados para dotar de agua potable a la ciudad de Río Cuarto.
·
Hermoseó
el Parque Sarmiento, abriendo nuevas avenidas, construyendo el rosedal y
realizando obras de riego y desagüe pluvial. Además reformó y ensanchó el
Jardín Zoológico y aumentó su colección.
·
Inició
y obtuvo la sanción de las leyes que se refieren a la protección obrera y a la
vejez, a la bonificación de los sueldos del magisterio y a la reforma de la ley
orgánica municipal, estableciendo la absoluta autonomía de las comunas.
·
Proyectó
las leyes referidas a las cantinas maternales y a la jubilación de los
periodistas.
·
Decretó
las obras necesarias para el afianzamiento del dique San Roque.
·
Construyó,
amplió y restauró escuelas, edificios administrativos y comisarías.
·
Estableció
el impuesto a las bebidas alcohólicas, naipes y tabacos (Ley Nº 2.889) con
intentos de "reprimir el vicio".
·
Hizo
establecer ampliaciones en el patronato de menores, asilo de madres y asilo de
alienados.
·
Proyectó
y dio principio a la construcción de la Cárcel de Encausados.
·
Finalizó
e inauguró el Templo Sirio Libanés de San Jorge, el Casino de Alta Gracia y el
Museo Provincial de Ciencias Naturales Bartolomé Mitre.
·
Formó
la sociedad de beneficencia y el Hospital Español.
·
Equilibró
las finanzas de la provincia, que al hacerse cargo de la administración
encontrara con un saldo deudor de varios millones de pesos.
·
Aplicó
directamente sobre la tierra el impuesto agropecuario y modificó el impuesto a
las herencias, aumentándolo en forma equitativa.
Durante su mandato se
produjo el fortalecimiento de los conservadores demócratas. La crisis de
posguerra, el temor de la clase dominante ante los conflictos sociales y el
fraccionamiento de la UCR habían favorecido la alianza de los hombres de
gobierno con los sectores ultramontanos cuyo objetivo era debilitar a los
grupos u organizaciones progresistas y anticlericales que se habían robustecido
con el movimiento reformista de 1918. Julio A. Roca (h) se referiría más tarde
a Núñez como “la persona a la que el Partido Demócrata le debe la vida; el que
con su serenidad permitió que el Partido se reconstituyera al otro día de su
derrota”.
En 1919 se produjo en
Córdoba una huelga general de obreros, motivada por exigencias de orden
económico. El Dr. Núñez redactó los puntos que debían ser materia del convenio
entre obreros y patrones, puntos que después de ser ampliamente discutidos en
conferencias, fueron la base del tratado firmado por las partes en septiembre
de ese año, finalizando el conflicto.
En octubre de 1920 el
gobernador fue nombrado por Alfonso XIII de España Comendador con Placa de la
Real Orden de Isabel la Católica.
Las elecciones
legislativas de 1920 dejaron en manos del radicalismo a casi todas las
provincias de la nación, con excepción de Córdoba, Corrientes, Salta y San
Luis, de mayoría conservadora.
En 1921 los partidos conservadores
provinciales conformaron una alianza electoral que denominaron la Concentración
Nacional, para las elecciones presidenciales de 1922. La Concentración
determinó la fórmula presidencial para el período 1922-1928, integrada por los
doctores Norberto Piñero y Rafael Núñez. Inmediatamente que le fue comunicada
al Dr. Núñez su proclamación como candidato a vicepresidente de la república,
envió a la legislatura su renuncia de gobernador de la provincia, y dos días
después ponía en posesión del cargo al vice gobernador Dr. Jerónimo del Barco,
el 25 de noviembre de 1921.
Poco tiempo después
inició una activa campaña de propaganda por el país, visitando las provincias
de Tucumán, Santiago del Estero, Corrientes, Entre Ríos, Salta, Jujuy, La
Rioja, San Luis y Mendoza.
A pesar de todos los
esfuerzos, la Concentración Nacional perdió frente a la Unión Cívica Radical,
que con Marcelo T. De Alvear y Elpidio González alcanzó el triunfo para
gobernar el país en las elecciones presidenciales del 2 de abril de 1922. Tras
el proceso electoral, los radicales obtuvieron 406.304 votos y 235 electores,
seguidos por los conservadores, que obtuvieron 123.691 votos y 60 electores. El
proceso tuvo una participación del 55,3%, siendo una de las elecciones con
menor concurrencia de la historia de Argentina.
Pasada la campaña
política, Núñez volvió a Córdoba y reingresó en sus tareas de abogado y de
político.
Durante la gestión del
gobernador Julio A. Roca (h) fue presidente de la Convención Constituyente para
la reforma de la Constitución Provincial de 1923. En el seno de la Convención
surgieron diferencias dentro del Partido Demócrata, manifestándose dos
tendencias. Una de ellas era liderada por Rafael Núñez, de raíz conservadora y
católica (nuñistas - contaba con el apoyo del grupo "independiente"
liderado por el Dr. Antonio Nores) y la otra estaba vinculada al Ministro de
Gobierno, Guillermo Rothe, de raíz liberal (rothistas), identificado por sus
adversarios con el proyecto político de Lisandro de la Torre. La Constitución de
1923 creó el Superior Tribunal de Justicia y amplió el mandato del Poder
Ejecutivo de tres a cuatro años, pero de especial relevancia fue el
reconocimiento constitucional del régimen de partidos políticos.
A mediados de 1924 fue
aceptado el diploma de Senador Nacional por su provincia natal.
Poco tiempo después
debió viajar a San Miguel de Tucumán. Visitó allí un cuartel donde muchos de
los conscriptos estaban atacados por gripe y por aquella causa contrajo él
también la enfermedad. El dictamen de los médicos no fue alentador, y casi a
las cuatro de la madrugada del 17 de octubre de 1924 se produjo su
fallecimiento, en la pobreza y a la prematura edad de cuarenta y ocho años,
habiéndose donado dinero por parte de sus allegados para adquirir el féretro que
alojó sus restos. La noticia conmovió a la ciudadanía y al realizarse el
sepelio, el comercio cerró sus puertas al paso de quienes acompañaban sus
restos hacia el cementerio San Jerónimo. Las Cámaras Legislativas realizaron
sesiones de homenaje.
Actualmente la avenida principal del barrio Cerro de las Rosas, una plaza del barrio San Martín, una escuela en la ciudad de San Francisco, una calle en la ciudad de Cruz del Eje, entre otros, recuerdan su nombre. (Fuente Wikipedia)
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